Consejos para la escritura

miércoles, 30 de abril de 2025

El entomólogo Vladimir Navokov


Un sentimental puede ser una perfecta bestia en sus ratos libres. Una persona sensible no será nunca cruel.
Vladimir Nabokov.


Vladimir Nabokov

Lecciones de literatura rusa

Este escritor que no necesita presentación. Hablaba en tres idiomas con soltura. Fue escritor, crítico y profesor. En su libro “Lecciones de literatura rusa” comienza aclarando las condiciones que dieron origen a los grandes escritores rusos del siglo XIX que conocemos casi todos. Menciona la importancia de los buenos lectores, que buscan la calidad de la obra. Más que identificarse con un personaje, el buen lector busca, piensa e imagina. Va más allá de la historia. Nabokov habla de la importancia de los escritores que buscan una literatura personal, no limitada por la crítica ni las opiniones o gustos de los lectores inmaduros. Dejó varias obras fantásticas y muy polémicas como “Lolita” que se llevó a la pantalla en dos ocasiones y fue calificada por ilusos o incultos como un ejemplo de perversión. La frase que está más abajo, sobre la actitud de un ser “afectivo”, podría ser una disculpa o explicación para aquellos que piensan que esa obra maestra es sólo depravación sexual. En realidad, Nabokov tardó mucho en decidirse a publicar su libro porque sabía cuál sería la reacción de los lectores. Siendo crítico literario, el mismo, lograba prever las opiniones sobre su libro de la gente con poco sentido común y mala formación lectora. Nabokov toca un tema muy delicado en ese trabajo, pero construye su obra con un lenguaje capaz de obnubilarnos por su aliteración, la buena elección de las palabras y el increíble ritmo con que lleva la historia. Es como leer un texto que nos hipnotiza y seguimos frase por frase sin reparar en el contenido y unas páginas después descubrimos que nos hemos alejado de la historia por el arrullo poético con el que el autor nos engatusa.

Que no se busque nada del alma rusa en los libros de Tolstoi o Dostoievski—dice avisándonos para que reparemos nuestra atención en otros aspectos—, la misión como buen lector es ver la obra en su totalidad. Es como mirar un monumento terminado en el que cada detalle es parte de él. No hay nada que sobre ni falte. Hay que tener en cuenta que esas obras son producto de decisiones personales del autor, que no fueron dictadas por una crítica con reconocimiento público, ni un estado totalitario, ni un grupo disidente, anarquista o de cualquier otro tipo. Cada parte es un ladrillo elaborado con el material adecuado para soportar el peso que tendrá el monolito. Se llame Ana Karenina o Crimen y castigo, la construcción de la historia es lo que ha querido el autor y el buen lector deberá interpretarla para descubrir el mensaje oculto, incluso, los mensajes que no sabía el mismo autor que estaba transmitiendo. Quien puede leer a Chejov, Dostoievski, Tolstoi y Turgueniev, es capaz de entender también a Dante, Víctor Hugo, Cervantes o Shakespeare porque es un lector inquieto, curioso y perspicaz. Ese tipo de lector no se mete a los libros con una actitud infantil y no termina un cuento diciendo: “Me gustaría saber más” porque entiende que eso es su trabajo.  Una obra terminada es una catapulta que nos dispara a la interpretación. Nos abre un camino de razonamientos y propuestas para que nosotros sigamos adelante.

Sobre Gógol y sus almas muertas, Nabokov

La elección del papa en tres novelas

 

Relación entre Conclave de Robert Harris, Las sandalias del pescador de Morris West y Dos papas de Julián Herranz

La elección del Sumo Pontífice es un tema que ha fascinado a escritores y lectores durante décadas, no solo por su relevancia espiritual, sino también por las intrigas políticas y humanas que rodean este proceso. Tres obras literarias destacadas, Conclave de Robert Harris (2016), Las sandalias del pescador de Morris West (1963) y Dos papas de Julián Herranz (2018), exploran el cónclave y el papado desde perspectivas distintas, pero comparten un interés común por los dilemas de poder, fe y humanidad en el Vaticano. Este artículo analiza las conexiones temáticas, estilísticas y contextuales entre estas obras, destacando sus aportes al retrato del liderazgo eclesiástico.


Contexto y ambientación

Las tres novelas se centran en el cónclave, el proceso secreto mediante el cual los cardenales eligen al nuevo Papa, pero cada una lo sitúa en un contexto histórico y político diferente. Las sandalias del pescador de Morris West, escrita en plena Guerra Fría, imagina un mundo al borde de un conflicto nuclear entre la Unión Soviética y China. La elección de Kiril Lakota, un arzobispo ucraniano liberado de un gulag, refleja las tensiones geopolíticas y el papel de la Iglesia como mediadora global. West anticipó proféticamente la elección de un Papa no italiano (Karol Wojtyła, Juan Pablo II, en 1978), lo que otorga a la novela un carácter visionario.

Conclave de Robert Harris, por su parte, se desarrolla en un contexto contemporáneo ficticio tras la muerte de un Papa progresista, inspirado vagamente en Francisco. La novela se sumerge en un thriller político que expone las ambiciones, secretos y dilemas éticos de los cardenales durante la elección. Harris utiliza un enfoque realista, detallando los procedimientos del cónclave y las divisiones entre progresistas y conservadores, con un giro final sorprendente que cuestiona las nociones tradicionales de liderazgo papal.

Dos papas de Julián Herranz, un cardenal español, ofrece una perspectiva más introspectiva y basada en hechos reales. Escrita como una crónica novelada, la obra recrea la transición entre los papados de Benedicto XVI y Francisco, centrándose en el cónclave de 2013 y las personalidades de ambos pontífices. A diferencia de las otras dos, que son completamente ficticias, Dos papas combina elementos históricos con reflexiones teológicas, ofreciendo una visión privilegiada del Vaticano desde la experiencia de Herranz como insider. 


Temas comunes

Poder y ambición

Un hilo conductor en las tres obras es la exploración del poder y la ambición en el seno de la Iglesia. En Conclave, Harris presenta a los cardenales como hombres de fe, pero también como figuras con rivalidades y agendas personales. El cardenal Lomeli, encargado de supervisar el cónclave, descubre sobornos y escándalos que amenazan la integridad del proceso. De manera similar, Las sandalias del pescador muestra las tensiones entre los cardenales Leone y Rinaldi, quienes representan diferentes visiones de la Iglesia, mientras Kiril Lakota emerge como un candidato inesperado por su humildad. En Dos papas, Herranz describe las dinámicas entre los cardenales durante el cónclave de 2013, aunque con un tono más diplomático, destacando cómo la renuncia de Benedicto XVI abrió paso a un Papa de estilo pastoral como Francisco.

 Fe versus política

Las novelas también abordan el conflicto entre la fe y las demandas políticas del papado. En Las sandalias del pescador, Kiril I enfrenta un mundo al borde de la guerra y decide vender los bienes de la Iglesia para aliviar la hambruna en China, un acto radical que prioriza la caridad sobre la tradición. Conclave explora las divisiones ideológicas dentro del Colegio Cardenalicio, con candidatos progresistas como Bellini enfrentándose a tradicionalistas como Tedesco, reflejando debates modernos sobre el rol de la Iglesia en temas como la diversidad y la globalización. Dos papas presenta este conflicto a través de las personalidades contrastantes de Benedicto XVI, un teólogo conservador, y Francisco, un reformador pastoral, mostrando cómo sus visiones influyeron en la dirección de la Iglesia.

 Humanidad y sacrificio

La humanidad de los personajes es otro punto de conexión. Kiril Lakota en Las sandalias del pescador carga con las cicatrices de su pasado en el gulag, lo que lo hace un Papa profundamente empático, pero inseguro de su capacidad. En Conclave, el cardenal Lomeli lucha con su propia fe y la responsabilidad de guiar el cónclave, mientras que el sorprendente Papa elegido, Vincent Benítez, representa una ruptura con las normas tradicionales. Dos papas humaniza a Benedicto y Francisco, mostrando sus dudas, su amistad improbable y su compromiso con la misión de la Iglesia, a pesar de sus diferencias.

Estilo y enfoque

Estilísticamente, las obras difieren en su tono y propósito. Conclave es un thriller trepidante, con un ritmo que mantiene al lector en vilo gracias a giros inesperados y una prosa precisa. Harris privilegia la intriga sobre la espiritualidad, aunque no la ignora. Las sandalias del pescador combina drama político con reflexiones filosóficas, utilizando un lenguaje más evocador que resalta la dimensión profética del Papa Kiril. Dos papas, en cambio, adopta un estilo sobrio y reflexivo, propio de una crónica escrita por un clérigo, con un enfoque en la veracidad histórica y la espiritualidad, lo que la hace menos novelesca, pero más íntima.


Relevancia cultural

Las tres obras reflejan las preocupaciones de sus respectivas épocas. Las sandalias del pescador capturó los temores de la Guerra Fría y el deseo de una Iglesia más activa en la resolución de conflictos globales. Su adaptación cinematográfica de 1968, protagonizada por Anthony Quinn, amplificó su impacto. Conclave responde a debates contemporáneos sobre la inclusividad y la modernización de la Iglesia, y su versión fílmica de 2024, dirigida por Edward Berger, ha sido aclamada por su intensidad dramática. Dos papas ofrece una mirada retrospectiva al histórico cónclave de 2013, resonando con lectores interesados en la transición entre dos papas vivos, un evento sin precedentes en siglos.

Conclusión

 Conclave, Las sandalias del pescador y Dos papas comparten un interés por el cónclave como escenario de drama humano, político y espiritual, pero cada una aporta una perspectiva única. West ofrece una visión profética y utópica, Harris un thriller moderno y provocador, y Herranz una crónica íntima y veraz. Juntas, estas obras ilustran cómo el proceso de elegir un Papa no solo determina el futuro de la Iglesia, sino que también refleja las tensiones de la sociedad en cada momento histórico. Para los lectores interesados en la intersección entre fe, poder y humanidad, estas novelas son lecturas esenciales que dialogan entre sí de manera fascinante.

 

domingo, 15 de septiembre de 2019

Otto Basil "Si el Führer lo supiera"

Otto Basil

Una interesante ucronía sobre lo que habría pasado si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial.
Basil nos cuenta, en una interesante novela, con la ayuda de un narrador omnipotente, la vida que le habría esperado a la gente en caso de que los alemanes hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial. Una de las cosas que más asombra es que muchas de las escenas mostradas en este libro podrían haber sido tomadas del régimen totalitario soviético de los años cincuenta. Están también las hipótesis lógicas sobre la explosión de la bomba atómica, que no sería Hiroshima, sino en Londres y la difícil relación de los arios con la raza nipona y las demás. La completa aniquilación de los judíos y la esclavitud de los negros y razas inferiores se sobre entienden. Los Estados Unidos Vasallos de América, nombre con el que Basil denomina a América, controlados en su totalidad, son cuna del surgimiento de una rebelión secreta que desemboca en unos ataques que desatan una guerra mundial nuclear, por otro lado, se culpa a los japoneses de atacar primero. Es muy probable que esta novela haya influido en pensadores y políticos de los años ochenta o noventa del siglo XX y en los representantes de la URSS y EEUU. Sería realmente horrible que en un mundo gestionado por una nación totalitaria surgieran un tipo de terrorismo dotado de armas atómicas. En la novela, el autor, lo cuenta con bastante sarcasmo, transmite una vida gris y demasiado controlada al estilo de 1984 de Orson Wells.


Hay un constante erótismo que orilla al personaje principal, Alfred Hëllriegl, que tiene una debilidad por las mujeres a poseerlas y desearlas como objetos sexuales. Primero se enamora de Ulla Frigg von Eycke ex comandante del campo de mujeres y esposa del jefe de la SS. Ella lo rechaza de forma muy agresiva cuando él intenta abrazarla en su propia casa donde el buscador de radiaciones terrestres ha encontrado una onda magnética que le anuncia la muerte del Führer.  La mujer se convierte en su obsesión, la adora por su personalidad, por su valor social y su belleza. Luego, tiene una relación con Anselma cuñada de la hermosa y seductora Ulla, pero se da cuenta de que es observado por unos desconocidos. En el régimen nazi están prohibidas la perversión, la infidelidad y las orgías, por eso la gente influyente organiza encuentros secretos en sus casas e invitan a sus amigos, los cuales se comprometen a exhibirse del mismo modo en agradecimiento. Hëllriegel no tiene tiempo para reprocharle a Anselma su desfachatez porque hay un imprevisto ataque nuclear y se tiene que retirar a un búnker en compañía de los fisgones que lo han visto con Anselma.
Los encuentros sexuales de Hëllriegl continúan a lo largo de la novela, lo que lo convierte en una promiscuo Don Juan que no se resiste ante la presencia de las mujeres.


Un suceso importante es el motivo del viaje de Hëllriegl, pues hay una conspiración contra el Führer y, al final, muere el gran caudillo. El sucesor del Führer se ve en una situación muy complicada porque los nipones se enteran de la noticia y comienzan su ataque nuclear. Una gran parte de la novela cuenta el caos que ocasiona la revuelta contra el régimen alemán y el personaje principal hace un viaje hacia un lugar seguro. Le pide el profeta Gundlfinger que salve a un chico judío, Axel, que es en apariencia ario, pero por sus venas no corre una sola gota germánica. Está claro que ha habido un complot. Ivo Adolf Köpfler ha urdido un plan secreto para acabar con el Führer. Le aplica inyecciones que lo dejan en un momentáneo rigor mortis, luego se anuncia su muerte oficialmente y se le mete en un ataúd, sin embargo el gran Hitler se despierta y muere asfixiado en su caja. En este atentado hay varias similitudes con lo ocurrido en el régimen soviético, pues Hitler, al igual que Lenin, padece de esclerosis múltiple y se encuentra en un estado de demencia que aprovecha, en el caso de Vladimir Ilich, Stalin y, en el caso de Hitler, este usurpador Köpfler. De acuerdo a las ideas de Basil, un triunfo del régimen fascista habría terminado padeciendo los males del régimen totalitario soviético. Una cosa que se manifiesta en la búsqueda de Ulla por parte del protagonista Albin Totila Höllriegl es que ella representa, más que a la mujer del nuevo Führer, un ideal de lo germánico. Ulla es la representación de la fortaleza, el carácter y la belleza de la raza aria que le producen un deseo incontenible a Höllriegl. Quiere encontrarla de nuevo en el sepelio del gran líder, está dispuesto a soportar por ella, lo insufrible. Se obsesiona con el concepto de erotismo que ella representa.

  
El partido piensa por ti. Es una frase que se repite sin cesar. La gente controlada por el hermano mayor se ve indefensa cuando empiezan los franco tiradores a matar a la gente. Los rebeldes y el servicio secreto nipón que tramó su revolución previendo que estaba el final muy cerca y que el impostor Köpfler o podría tomar las riendas del poder. Hay una imagen aterradora en la que unos hombres acribillan y queman a una mujer y su hijo, el pequeño está o parece degollado. En su imaginación Höllriegl mata a todos los hombres que se entregan a la orgía sangrienta. Luego rescata a Ulla que ha sido violada y su hijo Manfred moribundo. Ante la gran fortaleza de los Heyke, en donde se llevaba a cabo la rebelión, había vehículos ruedas arriba. Erda la jefa del ejército juvenil para combatir rebeliones brillaba por su ausencia. Ulla se encuentra mejor, recupera el conocimiento. Höllriegl trata de localizar el bunker. No le quedaban muchas balas en su arma y unos hombres los persiguen para matarlos. La lujuria lo engaña, desea a Ulla, piensa en poseerla y al sentir su cuerpo magullado le despierta el deseo que él ha tratado de contener con todas sus fuerzas. Ulla solo repite las palabras: Negro Yugurta. Era sobre un pasaje de la historia romana.
En la última parte se describe un paisaje desolador en el que Hölriegl abusa tres veces de Ulla, alojados en un convento de reproducción de la raza aria. Claustro en el que se apareaba a las jóvenes con sementales y de esa forma se mantenía controlada la calidad de la raza.
La revisión burocrática tiene esa característica absurda de los regímenes que controlan al individuo con interrogatorios que llegan al hastío, pero que al obtener un documento oficial parece que ni siquiera son necesarios para la vida habitual. Tener los documentos en regla es ser feliz y el no tenerlos representa la amenaza de parar en un campo de concentración.
La novela termina con una especie de salvación para los personajes que viven en un mundo desolado, lleno de incertidumbre en el que no se sabe dónde está el usurpador, el nuevo Führer. El presentimiento de que los japoneses han tomado el poder del mundo gracias a sus bombas atómicas y de hidrógeno deja a los personajes atónitos. Al final Höllriegl se transforma en Yugurta y Ulla en Sigga, son dos seres que van en busca de un lugar libre de radiación, alejado de los japoneses. El único territorio que queda es la lejana Alaska allí están destinados a perecer mientras la gran construcción del Reich se desmorona sin la presencia del Führer y Kopfler.
La historia está contada de forma lineal. Empieza con la misión de Albin Totila Hölri, quien busca radiaciones humanas terrestres. Descubre que hay indicios de que Hitler haya muerto y empieza  la búsqueda de la verdad. Höllriegl está obsesionado por las mujeres, las cuales representan algún aspecto del régimen germano. Ingrid es la mujer habitual con quien el personaje se relaciona de vez en cuando, sería la típica representante del género femenino en la historia. Luego está, Ulla que es una mujer de más de cuarenta años, pero representa a la Alemania madura, realizada, bien casada y con hijos. Su aspecto es excitante y provocador, no hay hombre que se le pueda resistir porque es la patria triunfante. Viene luego, Anselma la cuñada de Ulla que sería la representante del estrato más alto de la sociedad. Una mujer guapa, pero que carece de los encantos que tiene la diosa de ámbar. Aparecen otras mujeres que serían parte de la sociedad común: una chica activista del partido, una anciana y una mujer madura entrada en carnes que solo logra despertar un poco de tentación. 
A lo largo de la historia se habla del atentado con las bombas atómicas. Los nipones se han rebelado contra sus aliados, conspiran contra Adolfo Hitler y logran liberar a las masas oprimidas. En un ambiente gris desde cualquier enfoque, hay una fuerte crítica a los regímenes totalitarios que tienen la desgracia de fracasar. La novela podría ser mucho más interesante si el autor hubiera desarrollado más escenas de los nazis y los nipones. La impresión que nos deja a los lectores es que si hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial los alemanes, su poder no se habría conservado y, tarde o temprano, habrían perdido el control del mundo.


sábado, 22 de junio de 2019

Análisis de cuentos. Vitaliano Brancati "El viejo con botas"

Vitalino Brancati nos ofrece un interesante cuento en el que refleja su humor negro al crear a un personaje semejante a los que inventaron los escritores rusos Gogol y Dostoievski. Aldo Piscitello es un hombre sin sangre en las venas que se somete a todas las exigencias morales a las que está sujeto. En su casa es silencioso por las mañanas, respeta el sueño de los demás, en su trabajo es disciplinado y constante, en su arreglo es meticuloso y su único defecto es el de bostezar, pero no lo hace de forma intencionada. El personaje se verá envuelto en una serie de cambios que van del año 36 al 39, en la primera parte y hasta el 44, en la segunda. Tiene una estructura lineal y abarca unos ocho o nueve años. El narrador es un testigo que nos cuenta la historia según la recuerda y nos narra con ironía. Las descripciones son acertadas y contrastan en imagen y significado. En algunas partes nos recuerda un poco el estilo de Dostoievski con un personaje insignificante con ciertas cualidades que se ve oprimido por la opinión de los demás. Es un cuento que por su contenido debió de servir como protesta al régimen establecido en Italia por los nazis.

El viejo con botas, empieza con la escena de los funcionarios del ayuntamiento y sus esposas limpiando las oficinas. De inmediato cobran protagonismo los legajos y hay un recurso bastante ingenioso con el que el autor nos entrega una imagen muy bella materializando al polvo como una bestia holgazana que se resiste a salir de las oficinas:

"el polvo se asoma a las ventanas y balcones, como una bestia remolona de mirada tierna que no quiere salir del oscuro establo donde le gusta haraganear".

Con ingenio nos entrega un anzuelo que mordemos y nos dejamos arrastrar por la historia en busca de más carnada. La encontramos pronto con imágenes semejantes a las que nos ofrecía Nikolai Gogol en cualquiera de sus cuentos. En este caso se trata de las columnas de legajos y una habitación que se confunde con el baño y en la que habita el protagonista.

"En 1930, estos legajos eran tan numerosos y compactos, que decidieron apilarlos en los ángulos de los cuartos, hasta el techo, como gruesas columnas destinadas a reforzar el edificio. En el cuarto que se halla al fondo del corredor, el más oscuro y que muchos confunden con el excusado, las matrículas, minutarios, repertorios y talonarios no sólo cubrían las paredes, sino formaban una especie de tapias divisorias..."

Aparece entonces un funcionario del tipo clásico ruso de los funcionarios ridículos Malenki chelovek, en Gogol Akaki Akakievich en el cuento del Capote, lo presenta Brancati casi de la misma forma:

"un hombre de media edad, flaco y encorvado como suelen serlo las personas altas, pero éste era más bien de baja estatura, un poco más bajo de la estatura normal. Chaparro, pero no mucho, uno de esos hombrecitos de los cuales nadie se asombra de que sean padres de muchachos altos y fornidos. Era el empleado Aldo Piscitello, el primero que entraba al Municipio todas las mañanas..."

La descripción de la vestimenta también recuerda a Nikolai Gogol:

"Siempre se presentaba en el Municipio vistiendo un saco negro, pantalón listado, cuello duro y sombrero de fieltro con el moño remendado, sea cual fuere la estación..."

Hasta este momento ya tenemos una escena y su ambientación, percibimos la época de los años treinta en Italia y comenzamos a comprender la ironía con la que el autor nos contará la historia de este desgraciado hombre viejo. Para culminar con la descripción, Brancati nos muestra sus cualidades que son diferenciarse de los demás en lo habitual y tener un defecto que lo caracterice y ridiculice. Esta cualidad negativa son los bostezos involuntarios.

"...este hombre probo y poco ruidoso tenía un defecto radicalmente contrario a su naturaleza: padecía de un persistente bostezar nervioso, el cual se manifestaba, naturalmente, en las ocasiones menos oportunas. Al rumor de su bostezo, entre gañido y llanto de neonato, los ordenanzas se despertaban, refunfuñando: “¡Pero qué feo hace, malhaya con él!”...

Por si fuera poco el defecto físico, Vitaliano lo coloca en una situación ridícula, pues con cincuenta años  y muchos de servicio en el ayuntamiento,  Aldo Piscitello, no es de planta y corre el riesgo de perder su empleo. De esa forma se crea el gran conflicto que nos llevará a vivir con él algunos problemas. Lo llama el presidente municipal para pedirle que ingrese al partido fascista. Aldo argumenta que no le interesa la política y que es apolítico, sin embargo la orden es que se dé de alta y que se convenza de que el fascismo es una gran ideología. Aparece después su mujer Rosita argumentando, en una conversación en el lecho matrimonial, que todos lo han hecho y que el mismo Papa ha dicho que Mussolini es un hombre digno de admiración. Como lectores presentimos que el pobre Aldo Piscitello se verá rechazado por su falta de entusiasmo a la ideología germana.¿ Hasta donde llegará y qué consecuencias tendrá esa actitud? Nos lo va dando Viataliano a gotas, a pesar de presentarnos ya a un Aldo afiliado al partido, con su escudo del partido y la descripción de su conducta como miembro activo. Dócil y obediente, Aldo es un miembro ideal que sigue al pie de la letra las consignas de su organización, pero en una reunión del partido un orador se ve incomodado por su presencia. Con un pequeño diálogo Vitaliano nos prepara para una tragedia en la que el personaje, a pesar de ser un miembro disciplinado inspira desconfianza.

"—¡Camarada, usted, allá abajo...! Piscitello se levantaba con la más dulce y respetuosa sonrisa jamás vista: —¿Yo? —¡Sí, usted...! El jefe del sector lo miraba de arriba a abajo, perplejo; sentía que algo no marchaba bien en aquel hombre, que en él había algo discordante, pero como no sabía exactamente qué era lo que le molestaba, se daba por satisfecho exclamando: —¡Pero qué diablos..!"

Se le asigna un espía para que lo vigile, pero por su conducta intachable es imposible adjudicarle algún pecado. Luego, viene algunos pasajes en los que Aldo sigue siendo un activista ideal, pero un día le hablan del exterminio de los judíos y esta información lo afecta de sobremanera. Somos testigos de un conflicto interno del personaje que empieza con el rechazo a su escudo.

"Al volver a su casa, y en vista de que ninguno de lo suyos había llegado todavía, se arrancó del saco el distintivo, escupió sobre éste dos o tres veces, lo lanzó al suelo, para pisotearlo; luego, aplastado como una cucaracha, lo levantó de nuevo y lo tuvo ante sus ojos, pero por muy poco tiempo, porque de inmediato lo arrojó dentro de una bacinica, y lo meó; a continuación, con un palo, lo sacó y lo lavó con agua y jabón, le hizo algunos arreglos, lo mejor que pudo, y volvió a ponérselo en el ojal".

Después de leer lo anterior está clarísimo que algo trágico sucederá pronto porque Aldo está inconforme con la actitud de los dirigentes, de sus colegas y hasta de su familia. Ofende primero a su mujer e hija, luego sufre una transformación. Pasa de ser un hombre tranquilo, dócil y respetuoso a un rebelde que teniendo agua en las venas, de pronto siente que le hierve la sangre.
Bracanti nos va mostrando el mundo interior del insignificante hombre, su sentimiento de odio hacia todo lo que representa el poder y bienestar de la sociedad. Escupe carteles, desprecia a los dirigentes del partido y les dirige pensamientos agudos que hieren como puñales. Pasan los años 36 y 37 la presencia de los fascistas cada vez es más fuerte. Cambian las costumbres, se deja de oír música clásica, los jóvenes se saludan con la mano estirada. Hay muchas cosas que no le gustan a Aldo. No sabe cómo explicarlo y se agudiza su defecto de bostezar sin causa alguna. Después aparece el narrador comentando que no sabe qué sucedió los siguientes años y nos muestra a Piscitello en el año 39. Llega el momento en que se manifiesta el rechazo de los italianos a su líder en la plaza central, aparece de nuevo un Aldo, pero desaparece muy pronto y el narrador nos cuenta los problemas que ocasionan los alemanes con su presencia en Italia. Aldo crítica a los invasores con la siguiente frase que por fin nos muestra la pena que siente el personaje por el genocidio:

“¡Malditos! ¡Por culpa de ustedes estamos en guerra!”, refunfuñó un día Aldo Piscitello. “¡Pero no les va a durar mucho el gusto!” Sí, cómo no... ¿Pero de veras creen ustedes que nos van a mandar a todos, ustedes, hijos de criados, que ni siquiera saben cerrar una puerta con garbo, anticristos masacradores de los polacos y de esos pobres judíos, que sí son trabajadores honestos?..."

No hay una descripción muy depurada de la guerra mundial y lo único que sabemos es que Piscitello se revela constantemente contra el régimen, pero al terminar la guerra lo toman como un chivo expiatorio al que despiden finalmente, después de sus cuarenta años de servicio.

miércoles, 17 de enero de 2018

Platonov y la incertidumbre


Una de las peores cosas que le pueden suceder a un hombre es la de ver destruidas sus expectativas. En el caso de Andréi Platonov se podría decir que se vio motivado por su sentido práctico a colaborar con la construcción del socialismo. Como electrotécnico aplicó sus conocimientos para abastecer de electricidad y agua a pequeñas poblaciones en donde fue asignado para controlar la urbanización. Había participado en el ejército rojo y había soñado con la construcción de un nuevo sistema político y social en el que los campesinos y gente, que siempre había sido oprimida por los terratenientes, se emancipaba y cogía con sus propias manos el rumbo de su destino. Por desgracia, en su trabajo cotidiano en aras de una sociedad superior y justa vio un cambio ideológico impactante en el que los individuos tuvieron que cambiar su fe cristiana por la materialista dialéctica. 


Se empleó con toda su energía y capacidad, plantó los cimientos en Varonezh y Tambov de la nueva era soviética y ocupó el puesto de funcionario en Varonesh y Moscú, recibió la orden del trabajo otorgada por la Unión Soviética en 1920 y 1922. Conjuntó su pesado trabajo con la literatura. El destino lo puso en una encrucijada y se vio frente a la elección compleja de emancipar su espíritu artístico o someterse a las condiciones de los órganos del poder. No pudo negar su esencia filantrópica, su amor por el arte y a la literatura fueron más fuertes que el exilio de su hijo y el contagio de tuberculosis. Sacrificó todo lo que tenía. En un sistema encabezado por caudillos celosos del culto a su personalidad y el buen curso de su liderazgo, Platonov, deja a su espíritu artístico decir la verdad de una forma rudimentaria nunca vista antes. La belleza de la forma, las metáforas y el simbolismo acompañan sus palabras irónicas resplandecientes de hermosura. Eso provoca un choque con los representantes del gobierno soviético y la admiración de escritores como Brodsky o Hemingway entre otros.


Platonov se sobrepuso al exilio de su hijo, Shólojov intercedió para su liberación, pero el crío volvió muy enfermo y falleció pronto. Aun así, Andréi sigue el rumbo que le marcan las circunstancias. Es bedel en La Unión de escritores, donde los miembros del sistema publican para ensalzar los beneficios del socialismo ocultando los defectos del sistema, mientras el maestro del existencialismo, del ingenio y de la espiritualidad sirve el té, reparte los folletos propagandísticos y  hace de portero rogándole al gran Caudillo que lo reconozca como escritor, pero sus ideas lo condenan, lo sumen en un agujero resbaloso en el que la sombra apaga su luz exterior convirtiéndolo en uno de sus personajes. No pudo llegar a la era del cambio y las reformas de Nikita Jhruschov, pues murió en 1951, dos años antes que Stalin. Tal vez si la tuberculosis importada de Siberia no hubiera sido la causa de su muerte, habría podido relucir un poco en el momento de la confesión y los arrepentimientos.


 Su obra llegó al público sólo en la era de la Perestroika, 33 años más tarde, quizá esa cifra estaba marcada en su vida convirtiéndolo en un mensajero tardío de gran capacidad deductiva y entereza para el sufrimiento y el sacrificio. Hasta la fecha oímos hablar de los grandes escritores soviéticos que de alguna manera sobrevivieron en la era de la transición.  El único que se quedó en el camino fue Mayakovski por haberse suicidado joven, pero Ajmatova, Gumiliov, Yerenburg, Gorki y muchos más sobrevivieron para dar constancia de que Andréi Platonov debió ser reconocido como uno de los más grandes escritores del siglo XX. 


Sus anti-utopías o distopías, que fueron para el sistema soviético como piedras en el zapato, no se publicaron hasta el año 1987. Platonov fue un gran entusiasta de la colectivización forzada porque creía en el progreso y el desarrollo, presenció la tragedia humana de principios del siglo XX. Primero su lucha en el ejército rojo, luego su trabajo como ingeniero electrotécnico, después como corresponsal en la Segunda Guerra Mundial y, a pesar de sus grandes esfuerzos y aportaciones, nunca fue reconocido. Se encontró toda su vida preguntándose por la contraposición entre la vida cotidiana de los campesinos y provincianos con los planes semestrales impuestos por el Partido. La tragedia espiritual y social de aquellos que cambiaron su fe religiosa por la construcción de una nueva sociedad, la cual no les proporcionaba los recursos necesarios para alcanzar el objetivo deseado, es el tema de sus libros. Se estrelló contra un muro que no pudo derribar.


Chevengur es un libro conmovedor. Las personas que están acostumbradas a disfrutar la lectura saboreando con los oídos y la imaginación, cegando el razonamiento por el encanto y dulzura poética del autor, pueden encontrar en este libro lo que desean, sin embargo, sería necesario negarse a pensar, a descubrir el mensaje de esas hermosas frases. Platonov es irónico en extremo, pero su sofisticada técnica hace que el ritmo arrullador de la lectura borre las cosas horribles que está narrando. El lector tiene la sensación de estar leyendo una prosa poética digna de Dante. Nos deja imágenes muy logradas, personajes tan fantásticos como los de Gógol o Márquez, pero el simbolismo y las metáforas a las que nos va acostumbrando el autor nos sirven de pala para entrar en ese agujero escabroso, gris y húmedo al que debemos sumergirnos. El contenido es horrible, pero la forma brilla como un diamante y esa luz reflejada en las aristas nos deslumbra con personajes que expresan de forma celestial verdades crudas y conmovedoras. Ayudado con el recurso de los sueños ayuda a sus héroes a bajar por la espiral del infierno dantiana en la que los caballos son escritores y el mismo dios se comunica de forma resignada con los seres que habitan ese lugar tan extraño como el título del libro. 

miércoles, 10 de enero de 2018

En busca del alma


Leer las obras de Dostoievski es como entrar a un quirófano en el que se disecciona el alma. En un ambiente de pobreza los personajes de este autor van mostrando su parte más humana, pero al mismo tiempo la más demoniaca y salvaje. La causa de esta contradicción, por lo regular, es la sociedad capitalista de la Rusia del siglo XIX que dejó personajes como Svidrigáilov (de Crimen y castigo) quien no pudo soportar el peso de su conciencia al vivir engañando a los demás y terminó suicidándose al frustrarse su intento de beneficiar a las personas a quienes había afectado. En ese ovillo enredado de pasiones, hay un espacio lleno de voces que expresan las ideas de los personajes creando una sinfonía poco común. Los personajes más característicos como Rodión Romanovich Raskolnikov que representa al hombre sensato en una sociedad caducada (Rodina Romanovij raskalolas o la patria de los Romanovij se quebró) o Aliesha Karamazov sufren su batalla dentro de ese ritmo psicológico, social y religioso que marcan los conceptos y opiniones de los demás participantes y su conciencia.


Los personajes principales que viven una contradicción espiritual dentro de sí mismos no son capaces de reconciliar las demandas del sentido común, su mundo interior y la realidad. Los sueños de justicia y bondad que tienen se estrellan con una cruda y severa realidad injusta. El escritor crea personajes con ilusiones, nobles e idealistas que deben arrastrarse por el fango del desprecio que experimentan los demás hacia ellos. La causa son sus valores morales que no encajan con las contradicciones de ser un individuo con alto sentido de la moral y vivir bajo las costumbres de los ricos y corruptos. Poniéndose como víctimas de la humanidad se enfrentan desarmados a los soberbios, injustos y crueles burgueses que no saben del sufrimiento de los hombres del subsuelo. La escoria es por lo regular el grillete de los pobres, pero están puros por dentro y se ven obligados a seguir las normas mostrando actitudes ridículas como la madre de Sonia (en Crimen y Castigo) que enloquecida se ve bailando en la calle con sus hijos, vestida con harapos canta con ellos en una plaza y los comentarios que hace contrastan de una forma tan cruel que el lector llega a las lágrimas viéndola morir de tuberculosis y dándole instrucciones a sus vástagos para que se conduzcan a la altura, como personas de la sociedad burguesa. El caso de Mermeladov (padre de Sonia) es cruel hasta lo imposible. Un hombre que ha luchado contra todas las adversidades, pero que al ser vencido cae en el vicio del alcohol y muere arrollado por un carro. En su lecho de muerte ve a su hija y su arrepentimiento es su tortura más violenta. No puede hacer nada por ella y reconoce que la ha orillado a prostituirse, que le ha robado el dinero para satisfacer su vicio y se arrepiente implorándole que vele por su madre y hermanos.


Encerrados en un laberinto donde no pueden provocar un cambio, los personajes se resignan a su lucha criticando la actitud de los terratenientes, funcionarios y personas bien acomodadas. Se desorientan en el infierno de la lucha entre los sentimientos nobles y crueles y terminan pagando sus acciones con el castigo, el dolor o la indiferencia de los otros. La gran obra de Fiodor Dostoievski comienza con “Las memorias del subsuelo” en la que se conserva un poco de la influencia de Nikolái Gógol, pero ya están los elementos que lo llevarán a deshebrar el alma humana a través del análisis del individuo en la sociedad.


Observa y describe la conducta de las personas que ocupan puestos bajos en el aparato burocrático ruso, esa tradición del pequeño hombre o маленький человек que el gran autor de “Almas muertas” muestra con ironía, en Dostoievski sirve para ir analizando las circunstancias y causas que rodean a las personas de bajos recursos. Por dicha razón, emerge el concepto de la locura ya expuesto en “Diario de un loco” que le ayudará a Dostoievski a encaminarse hacia los problemas del espíritu en una sociedad que le pertenece a los aristócratas y hombres ricos que humillan a los pobres.
Hay una coincidencia entre los personajes de “Noches blancas”, que fue escrita un poco después de las “Memorias del subsuelo” en la que se nota la preocupación del autor por la conducta de los hombres pobres con un alto nivel cultural e intelectual y los burgueses intrigantes y corruptos de aquella época. Los personajes de Fiodor se encuentran atrapados entre un ser con espíritu justo y una persona marginada por su pobreza, no disponen de unos rublos para relacionarse con sus amistades ni ayudar a los demás, ni siquiera para supervivir y cuando lo poseen lo desprecian, lo regalan o lo tiran como si fuera algo sucio e inusual.


Por dinero, la gente está dispuesta a rebajar su condición humana y, como les sucede a los personajes dostoyevskianos, rebajan su condición espiritual para poder integrarse a un grupo social al que no pertenecen. Eso ocasiona una gran contradicción interior puesto que se humillan para relacionarse con seres a los que odian, desprecian y critican por su falta de ética y moral. El fantástico escritor nos permite verlo siempre desde una perspectiva individual de cada uno de los héroes y, a pesar de que nos describe con acierto los sitios en donde cohabitan los personajes, nos queda mucho más presente la forma de pensar y sufrir de todos ellos. En las obras mencionadas aparecen personajes que luchan contra su condición social y humana, pues reconocen que tienen el derecho a enamorarse, aunque no lo hayan hecho antes, como el héroe de Noches blancas o a vengarse de todos como lo hace el funcionario marginado de “Memorias del subsuelo” que sólo piensa en matar su propia condición afectando a los demás y se siente después hostigado por su propia conciencia. En ese complicado mundo nos muestra la desesperanza, la ironía de ser el ente más desarrollado de la Tierra y vivir como animales. En obras posteriores comienzan a surgir personajes más espirituales que tratan de salvar el alma con su conducta, con sus principios y fe. El más destacado es el Príncipe Myshkin que por su conducta es catalogado como idiota, pero en realidad su juicio y sentimientos nobles incomodan a la gente por ser muy parecidos a los de Cristo. Otro gran representante es Aliosha Karamazov (inspirado en Vladimir Soloviov quien también influiría con sus ideas en la obra de Tolstoi) trata de definir lo que es el bien y cómo se debe luchar contra el mal en el fragmento del Gran inquisidor. Dostoievski fue recordado dos años consecutivos en el aniversario de su muerte en los discursos que Soloviov dio en su honor.   

viernes, 5 de enero de 2018

Толстой y la embriaguez del poder.


Me llevé una gran sorpresa cuando descubrí algunos aspectos filosóficos en la obra de Lev Tolstoi. Hasta ese momento había visto a ese gran escritor ruso como a un autor de largas frases y, obras monumentales como La guerra y la paz y Ana Karénina. Había leído hacía poco tiempo la Resurrección y me había parecido una novela, en cierta medida adaptada al sistema soviético, sin embargo, por haber sido escrita unos cinco años antes de 1900, no podía contener nada de la ideología bolchevique ni mucho menos. Más bien, la obra contiene un suceso casi autobiográfico del autor y refleja muchas de las ideas sobre su posición con respecto al cristianismo, la iglesia y el estado. La obra es una crítica severa del sistema legislativo de fines del siglo XIX y muestra la calidad espiritual de Lev Tolstoi. Por desgracia, no lo supe ni lo logré descubrir durante la lectura de la novela, fue más tarde, cuando un amigo mío, a través del Facebook, me comentó que había una obra con el título “El reino de Dios está en vosotros” y otra “El evangelio abreviado”, me recomendó que leyera el segundo libro y pasara, luego, al otro. Conseguí el escrito y me maravilló.


Me enteré de que Tolstoi había sido excluido de la iglesia ortodoxa, lo habían excomulgado igual que a Nikos Kazantzakis, pero no por una novela como “La última tentación de Cristo” del famoso historiador y diplomático griego, sino porque fue más lejos todavía criticando a la iglesia ortodoxa rusa. Siempre me han interesado los temas bíblicos y he leído “Caín” y “El evangelio según Jesucristo” de José Saramago, “Job” de Joseph Ruth y creí que en el autor ruso encontraría una interesante novela de ese tipo. No fue así. Lo que encontré fue un verdadero ensayo sobre la filosofía que nos quiso enseñar Jesucristo. Tolstoi comenta muchas cosas elementales de la enseñanza de Cristo. No toca los mitos ni milagros que se incluyen en el nuevo testamento, por eso su breve evangelio trata sobre los aspectos ideológicos del Mesías. La idea más importante que sirve de pilar para su análisis es La no violencia que por cierto conoció y utilizó Gandhi, quien mantuvo correspondencia con el famoso ruso. Otra idea interesante es la que propone de concebir a Dios como un algo superior creador del hombre o un principio infinito. Por lo que el espíritu es una parte del hombre y el cuerpo o la carne es la otra. De tal modo que ese espíritu lo llevamos dentro y debemos conservarlo. Afirma que gracias a ese don que nos dio el señor podemos identificar la verdad de las cosas y juzgar lo que no está bien.


El cuerpo está atado a la tierra y por sus necesidades genera dependencia y sentimientos como la avaricia, el engaño, la venganza, la depravación y la crueldad; sin embargo, el espíritu nos ayuda a experimentar cosas menos instintivas como la comprensión, el cariño, la tolerancia y el amor. Si nos dedicáramos a hacer el bien—dice Tolstoi—, evitaríamos las guerras, la explotación y el engaño de los representantes de la iglesia que nos hacen pensar que sólo ellos pueden perdonar los pecados en nombre de dios.

El principio de la vida es sagrado y por eso debemos conservarlo y cuidarlo. Nadie tiene derecho a privar de esa cualidad a la gente. Por otro lado, hace hincapié en que la sociedad también tiene etapas de desarrollo, las cuales serían hasta este momento: la animal, la social, la espiritual y, quizás ahora, en nuestro siglo, la del conocimiento, de la comunicación o tecnológica. Hay muchas cosas de nuestra vida que hacemos en beneficio de nuestra familia, la nación y el estado, pero Cristo quiso enseñarnos que debemos ir mas allá, debemos desarrollar el espíritu para que colaboremos en aras no solo de nuestra familia o la nación, sino de la humanidad. Conforme Lev Tolstoi va planteando sus ideas, se ve muy claro que hay cosas que han caducado y que no se pueden seguir manteniendo en la sociedad porque tenemos la capacidad de superarlo. Eso va sonando poco a poco como una utopía en la que el hombre no necesita el ejército para guardar el orden, no necesita a los funcionarios para establecer las normas de la vida, no necesita pagar impuestos que se desvían para el fomento de la guerra o la represión.


Escribe sobre el término “La embriaguez del poder” que no es más que la ilusión en la que hemos caído a lo largo de la historia por no querer aplicar la filosofía de Jesús. Dice que si un hombre roba una tienda, hay que apresar al ladrón y castigarlo porque viola la ley, pero si unos estafadores comen y gastan mucho dinero en un restaurante y el hombre pobre los ve y siente hambre al grado de que se ve obligado a robar, nadie le dice nada a los primeros porque ellos siguen las normas que han establecido y el policía a recibido de ellos la orden de arrestar a quien robe, pero si le dijéramos al gendarme que los hombres del restaurante reciben sobornos, engañan a la población vendiéndole productos a un precio más alto del que se debería pagar por él y que explotan a la gente para su propio bien; entonces el guardián del orden se cuestionaría y cambiaría su decisión. Sin embargo, hay reglas que se han establecido y ya no nos cuestionamos su vigencia. Este es sólo uno de los aspectos que trata en sus dos obras Tolstoi, pero el lector al analizar sus palabras queda convencido, al menos yo lo he experimentado así, de que, si las personas nos preocupáramos por hacer el bien y rechazar el mal haciendo cosas buenas, al final cambiaríamos la sociedad y a la misma humanidad. Las personas necesitan pocas cosas para vivir realmente, pero la sociedad nos exige embriagarnos con la ilusión del poder. Debemos ser más ricos, más guapos, más capaces que los demás; ocupar un lugar privilegiado en la sociedad y despreciar a los pobres que son y serán unos inútiles siempre. Ni siquiera los vemos como humanos, pero si cambiaran las cosas y los hombres tuvieran los mismos derechos sin importar el puesto de trabajo o la posición social. Esos seres se convertirían otra vez en humanos, pero el estado y los gobiernos determinan a donde debe ir la riqueza y ha creado un sistema legislativo, uno ejecutivo y otro judicial para que las cosas sean justas y la justicia se basa en que quien pueda tener riqueza, la tenga y quien no tenga ninguna oportunidad en la vida, se resigne.



 Por último, se puede concluir que mientras el hombre siga engañado, los conflictos bélicos seguirán reportando ganancias a unas naciones y perjuicios a otras. Las personas seguirán viviendo con una conducta instintiva e ilusoria pensando que hacen lo correcto y pasaremos a una nueva etapa social, saltándonos la espiritual y, por consecuencia, dirigiendo y administrando la tecnología, por decir algo, con las mismas reglas del mejor acomodado en el poder. Se supone que los artistas, científicos, ingenieros y personas que contribuyen al desarrollo actual de la ciencia y tecnología no se preocupan por el control del conocimiento, sin embargo, los seres que siguen viviendo bajo las dependencias de la carne, desean acumular cada vez más riqueza y poder a costa de los demás, de los cuales muchos son más inteligentes, pero altruistas. En fin, les recomiendo que lean a Tolstoi y saquen sus propias conclusiones. Tal vez así, cambie algún día el curso absurdo de nuestra sociedad moderna.