IN-D-PT-DO
miércoles, 30 de abril de 2025
El entomólogo Vladimir Navokov
La elección del papa en tres novelas
Relación entre Conclave
de Robert Harris, Las sandalias del pescador de Morris West y Dos papas de
Julián Herranz
La elección del
Sumo Pontífice es un tema que ha fascinado a escritores y lectores durante
décadas, no solo por su relevancia espiritual, sino también por las intrigas
políticas y humanas que rodean este proceso. Tres obras literarias destacadas, Conclave
de Robert Harris (2016), Las sandalias del pescador de Morris West (1963) y Dos
papas de Julián Herranz (2018), exploran el cónclave y el papado desde
perspectivas distintas, pero comparten un interés común por los dilemas de
poder, fe y humanidad en el Vaticano. Este artículo analiza las conexiones
temáticas, estilísticas y contextuales entre estas obras, destacando sus
aportes al retrato del liderazgo eclesiástico.
Contexto y
ambientación
Las tres novelas
se centran en el cónclave, el proceso secreto mediante el cual los cardenales
eligen al nuevo Papa, pero cada una lo sitúa en un contexto histórico y
político diferente. Las sandalias del pescador de Morris West, escrita en plena
Guerra Fría, imagina un mundo al borde de un conflicto nuclear entre la Unión
Soviética y China. La elección de Kiril Lakota, un arzobispo ucraniano liberado
de un gulag, refleja las tensiones geopolíticas y el papel de la Iglesia como
mediadora global. West anticipó proféticamente la elección de un Papa no
italiano (Karol Wojtyła, Juan Pablo II, en 1978), lo que otorga a la novela un
carácter visionario.
Conclave de
Robert Harris, por su parte, se desarrolla en un contexto contemporáneo
ficticio tras la muerte de un Papa progresista, inspirado vagamente en
Francisco. La novela se sumerge en un thriller político que expone las
ambiciones, secretos y dilemas éticos de los cardenales durante la elección.
Harris utiliza un enfoque realista, detallando los procedimientos del cónclave
y las divisiones entre progresistas y conservadores, con un giro final
sorprendente que cuestiona las nociones tradicionales de liderazgo papal.
Dos papas de
Julián Herranz, un cardenal español, ofrece una perspectiva más introspectiva y
basada en hechos reales. Escrita como una crónica novelada, la obra recrea la
transición entre los papados de Benedicto XVI y Francisco, centrándose en el
cónclave de 2013 y las personalidades de ambos pontífices. A diferencia de las
otras dos, que son completamente ficticias, Dos papas combina elementos
históricos con reflexiones teológicas, ofreciendo una visión privilegiada del
Vaticano desde la experiencia de Herranz como insider.
Temas comunes
Poder y ambición
Un hilo conductor
en las tres obras es la exploración del poder y la ambición en el seno de la
Iglesia. En Conclave, Harris presenta a los cardenales como hombres de fe, pero
también como figuras con rivalidades y agendas personales. El cardenal Lomeli,
encargado de supervisar el cónclave, descubre sobornos y escándalos que
amenazan la integridad del proceso. De manera similar, Las sandalias del
pescador muestra las tensiones entre los cardenales Leone y Rinaldi, quienes
representan diferentes visiones de la Iglesia, mientras Kiril Lakota emerge
como un candidato inesperado por su humildad. En Dos papas, Herranz describe
las dinámicas entre los cardenales durante el cónclave de 2013, aunque con un
tono más diplomático, destacando cómo la renuncia de Benedicto XVI abrió paso a
un Papa de estilo pastoral como Francisco.
Fe versus política
Las novelas
también abordan el conflicto entre la fe y las demandas políticas del papado.
En Las sandalias del pescador, Kiril I enfrenta un mundo al borde de la guerra
y decide vender los bienes de la Iglesia para aliviar la hambruna en China, un
acto radical que prioriza la caridad sobre la tradición. Conclave explora las
divisiones ideológicas dentro del Colegio Cardenalicio, con candidatos
progresistas como Bellini enfrentándose a tradicionalistas como Tedesco,
reflejando debates modernos sobre el rol de la Iglesia en temas como la
diversidad y la globalización. Dos papas presenta este conflicto a través de
las personalidades contrastantes de Benedicto XVI, un teólogo conservador, y
Francisco, un reformador pastoral, mostrando cómo sus visiones influyeron en la
dirección de la Iglesia.
Humanidad y sacrificio
La humanidad de
los personajes es otro punto de conexión. Kiril Lakota en Las sandalias del
pescador carga con las cicatrices de su pasado en el gulag, lo que lo hace un
Papa profundamente empático, pero inseguro de su capacidad. En Conclave, el
cardenal Lomeli lucha con su propia fe y la responsabilidad de guiar el
cónclave, mientras que el sorprendente Papa elegido, Vincent Benítez,
representa una ruptura con las normas tradicionales. Dos papas humaniza a
Benedicto y Francisco, mostrando sus dudas, su amistad improbable y su
compromiso con la misión de la Iglesia, a pesar de sus diferencias.
Estilo y enfoque
Estilísticamente,
las obras difieren en su tono y propósito. Conclave es un thriller trepidante,
con un ritmo que mantiene al lector en vilo gracias a giros inesperados y una
prosa precisa. Harris privilegia la intriga sobre la espiritualidad, aunque no
la ignora. Las sandalias del pescador combina drama político con reflexiones
filosóficas, utilizando un lenguaje más evocador que resalta la dimensión
profética del Papa Kiril. Dos papas, en cambio, adopta un estilo sobrio y
reflexivo, propio de una crónica escrita por un clérigo, con un enfoque en la
veracidad histórica y la espiritualidad, lo que la hace menos novelesca, pero
más íntima.
Relevancia cultural
Las tres obras
reflejan las preocupaciones de sus respectivas épocas. Las sandalias del
pescador capturó los temores de la Guerra Fría y el deseo de una Iglesia más
activa en la resolución de conflictos globales. Su adaptación cinematográfica
de 1968, protagonizada por Anthony Quinn, amplificó su impacto. Conclave
responde a debates contemporáneos sobre la inclusividad y la modernización de
la Iglesia, y su versión fílmica de 2024, dirigida por Edward Berger, ha sido
aclamada por su intensidad dramática. Dos papas ofrece una mirada retrospectiva
al histórico cónclave de 2013, resonando con lectores interesados en la
transición entre dos papas vivos, un evento sin precedentes en siglos.
Conclusión
domingo, 15 de septiembre de 2019
Otto Basil "Si el Führer lo supiera"

sábado, 22 de junio de 2019
Análisis de cuentos. Vitaliano Brancati "El viejo con botas"
El viejo con botas, empieza con la escena de los funcionarios del ayuntamiento y sus esposas limpiando las oficinas. De inmediato cobran protagonismo los legajos y hay un recurso bastante ingenioso con el que el autor nos entrega una imagen muy bella materializando al polvo como una bestia holgazana que se resiste a salir de las oficinas:
"el polvo se asoma a las ventanas y balcones, como una bestia remolona de mirada tierna que no quiere salir del oscuro establo donde le gusta haraganear".
Con ingenio nos entrega un anzuelo que mordemos y nos dejamos arrastrar por la historia en busca de más carnada. La encontramos pronto con imágenes semejantes a las que nos ofrecía Nikolai Gogol en cualquiera de sus cuentos. En este caso se trata de las columnas de legajos y una habitación que se confunde con el baño y en la que habita el protagonista.
"En 1930, estos legajos eran tan numerosos y compactos, que decidieron apilarlos en los ángulos de los cuartos, hasta el techo, como gruesas columnas destinadas a reforzar el edificio. En el cuarto que se halla al fondo del corredor, el más oscuro y que muchos confunden con el excusado, las matrículas, minutarios, repertorios y talonarios no sólo cubrían las paredes, sino formaban una especie de tapias divisorias..."
Aparece entonces un funcionario del tipo clásico ruso de los funcionarios ridículos Malenki chelovek, en Gogol Akaki Akakievich en el cuento del Capote, lo presenta Brancati casi de la misma forma:
"un hombre de media edad, flaco y encorvado como suelen serlo las personas altas, pero éste era más bien de baja estatura, un poco más bajo de la estatura normal. Chaparro, pero no mucho, uno de esos hombrecitos de los cuales nadie se asombra de que sean padres de muchachos altos y fornidos. Era el empleado Aldo Piscitello, el primero que entraba al Municipio todas las mañanas..."
La descripción de la vestimenta también recuerda a Nikolai Gogol:
"Siempre se presentaba en el Municipio vistiendo un saco negro, pantalón listado, cuello duro y sombrero de fieltro con el moño remendado, sea cual fuere la estación..."
Hasta este momento ya tenemos una escena y su ambientación, percibimos la época de los años treinta en Italia y comenzamos a comprender la ironía con la que el autor nos contará la historia de este desgraciado hombre viejo. Para culminar con la descripción, Brancati nos muestra sus cualidades que son diferenciarse de los demás en lo habitual y tener un defecto que lo caracterice y ridiculice. Esta cualidad negativa son los bostezos involuntarios.
"...este hombre probo y poco ruidoso tenía un defecto radicalmente contrario a su naturaleza: padecía de un persistente bostezar nervioso, el cual se manifestaba, naturalmente, en las ocasiones menos oportunas. Al rumor de su bostezo, entre gañido y llanto de neonato, los ordenanzas se despertaban, refunfuñando: “¡Pero qué feo hace, malhaya con él!”...
Por si fuera poco el defecto físico, Vitaliano lo coloca en una situación ridícula, pues con cincuenta años y muchos de servicio en el ayuntamiento, Aldo Piscitello, no es de planta y corre el riesgo de perder su empleo. De esa forma se crea el gran conflicto que nos llevará a vivir con él algunos problemas. Lo llama el presidente municipal para pedirle que ingrese al partido fascista. Aldo argumenta que no le interesa la política y que es apolítico, sin embargo la orden es que se dé de alta y que se convenza de que el fascismo es una gran ideología. Aparece después su mujer Rosita argumentando, en una conversación en el lecho matrimonial, que todos lo han hecho y que el mismo Papa ha dicho que Mussolini es un hombre digno de admiración. Como lectores presentimos que el pobre Aldo Piscitello se verá rechazado por su falta de entusiasmo a la ideología germana.¿ Hasta donde llegará y qué consecuencias tendrá esa actitud? Nos lo va dando Viataliano a gotas, a pesar de presentarnos ya a un Aldo afiliado al partido, con su escudo del partido y la descripción de su conducta como miembro activo. Dócil y obediente, Aldo es un miembro ideal que sigue al pie de la letra las consignas de su organización, pero en una reunión del partido un orador se ve incomodado por su presencia. Con un pequeño diálogo Vitaliano nos prepara para una tragedia en la que el personaje, a pesar de ser un miembro disciplinado inspira desconfianza.
"—¡Camarada, usted, allá abajo...! Piscitello se levantaba con la más dulce y respetuosa sonrisa jamás vista: —¿Yo? —¡Sí, usted...! El jefe del sector lo miraba de arriba a abajo, perplejo; sentía que algo no marchaba bien en aquel hombre, que en él había algo discordante, pero como no sabía exactamente qué era lo que le molestaba, se daba por satisfecho exclamando: —¡Pero qué diablos..!"
Se le asigna un espía para que lo vigile, pero por su conducta intachable es imposible adjudicarle algún pecado. Luego, viene algunos pasajes en los que Aldo sigue siendo un activista ideal, pero un día le hablan del exterminio de los judíos y esta información lo afecta de sobremanera. Somos testigos de un conflicto interno del personaje que empieza con el rechazo a su escudo.
"Al volver a su casa, y en vista de que ninguno de lo suyos había llegado todavía, se arrancó del saco el distintivo, escupió sobre éste dos o tres veces, lo lanzó al suelo, para pisotearlo; luego, aplastado como una cucaracha, lo levantó de nuevo y lo tuvo ante sus ojos, pero por muy poco tiempo, porque de inmediato lo arrojó dentro de una bacinica, y lo meó; a continuación, con un palo, lo sacó y lo lavó con agua y jabón, le hizo algunos arreglos, lo mejor que pudo, y volvió a ponérselo en el ojal".
Después de leer lo anterior está clarísimo que algo trágico sucederá pronto porque Aldo está inconforme con la actitud de los dirigentes, de sus colegas y hasta de su familia. Ofende primero a su mujer e hija, luego sufre una transformación. Pasa de ser un hombre tranquilo, dócil y respetuoso a un rebelde que teniendo agua en las venas, de pronto siente que le hierve la sangre.
Bracanti nos va mostrando el mundo interior del insignificante hombre, su sentimiento de odio hacia todo lo que representa el poder y bienestar de la sociedad. Escupe carteles, desprecia a los dirigentes del partido y les dirige pensamientos agudos que hieren como puñales. Pasan los años 36 y 37 la presencia de los fascistas cada vez es más fuerte. Cambian las costumbres, se deja de oír música clásica, los jóvenes se saludan con la mano estirada. Hay muchas cosas que no le gustan a Aldo. No sabe cómo explicarlo y se agudiza su defecto de bostezar sin causa alguna. Después aparece el narrador comentando que no sabe qué sucedió los siguientes años y nos muestra a Piscitello en el año 39. Llega el momento en que se manifiesta el rechazo de los italianos a su líder en la plaza central, aparece de nuevo un Aldo, pero desaparece muy pronto y el narrador nos cuenta los problemas que ocasionan los alemanes con su presencia en Italia. Aldo crítica a los invasores con la siguiente frase que por fin nos muestra la pena que siente el personaje por el genocidio:
“¡Malditos! ¡Por culpa de ustedes estamos en guerra!”, refunfuñó un día Aldo Piscitello. “¡Pero no les va a durar mucho el gusto!” Sí, cómo no... ¿Pero de veras creen ustedes que nos van a mandar a todos, ustedes, hijos de criados, que ni siquiera saben cerrar una puerta con garbo, anticristos masacradores de los polacos y de esos pobres judíos, que sí son trabajadores honestos?..."
No hay una descripción muy depurada de la guerra mundial y lo único que sabemos es que Piscitello se revela constantemente contra el régimen, pero al terminar la guerra lo toman como un chivo expiatorio al que despiden finalmente, después de sus cuarenta años de servicio.