domingo, 15 de septiembre de 2019

Otto Basil "Si el Führer lo supiera"

Otto Basil

Una interesante ucronía sobre lo que habría pasado si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial.
Basil nos cuenta, en una interesante novela, con la ayuda de un narrador omnipotente, la vida que le habría esperado a la gente en caso de que los alemanes hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial. Una de las cosas que más asombra es que muchas de las escenas mostradas en este libro podrían haber sido tomadas del régimen totalitario soviético de los años cincuenta. Están también las hipótesis lógicas sobre la explosión de la bomba atómica, que no sería Hiroshima, sino en Londres y la difícil relación de los arios con la raza nipona y las demás. La completa aniquilación de los judíos y la esclavitud de los negros y razas inferiores se sobre entienden. Los Estados Unidos Vasallos de América, nombre con el que Basil denomina a América, controlados en su totalidad, son cuna del surgimiento de una rebelión secreta que desemboca en unos ataques que desatan una guerra mundial nuclear, por otro lado, se culpa a los japoneses de atacar primero. Es muy probable que esta novela haya influido en pensadores y políticos de los años ochenta o noventa del siglo XX y en los representantes de la URSS y EEUU. Sería realmente horrible que en un mundo gestionado por una nación totalitaria surgieran un tipo de terrorismo dotado de armas atómicas. En la novela, el autor, lo cuenta con bastante sarcasmo, transmite una vida gris y demasiado controlada al estilo de 1984 de Orson Wells.


Hay un constante erótismo que orilla al personaje principal, Alfred Hëllriegl, que tiene una debilidad por las mujeres a poseerlas y desearlas como objetos sexuales. Primero se enamora de Ulla Frigg von Eycke ex comandante del campo de mujeres y esposa del jefe de la SS. Ella lo rechaza de forma muy agresiva cuando él intenta abrazarla en su propia casa donde el buscador de radiaciones terrestres ha encontrado una onda magnética que le anuncia la muerte del Führer.  La mujer se convierte en su obsesión, la adora por su personalidad, por su valor social y su belleza. Luego, tiene una relación con Anselma cuñada de la hermosa y seductora Ulla, pero se da cuenta de que es observado por unos desconocidos. En el régimen nazi están prohibidas la perversión, la infidelidad y las orgías, por eso la gente influyente organiza encuentros secretos en sus casas e invitan a sus amigos, los cuales se comprometen a exhibirse del mismo modo en agradecimiento. Hëllriegel no tiene tiempo para reprocharle a Anselma su desfachatez porque hay un imprevisto ataque nuclear y se tiene que retirar a un búnker en compañía de los fisgones que lo han visto con Anselma.
Los encuentros sexuales de Hëllriegl continúan a lo largo de la novela, lo que lo convierte en una promiscuo Don Juan que no se resiste ante la presencia de las mujeres.


Un suceso importante es el motivo del viaje de Hëllriegl, pues hay una conspiración contra el Führer y, al final, muere el gran caudillo. El sucesor del Führer se ve en una situación muy complicada porque los nipones se enteran de la noticia y comienzan su ataque nuclear. Una gran parte de la novela cuenta el caos que ocasiona la revuelta contra el régimen alemán y el personaje principal hace un viaje hacia un lugar seguro. Le pide el profeta Gundlfinger que salve a un chico judío, Axel, que es en apariencia ario, pero por sus venas no corre una sola gota germánica. Está claro que ha habido un complot. Ivo Adolf Köpfler ha urdido un plan secreto para acabar con el Führer. Le aplica inyecciones que lo dejan en un momentáneo rigor mortis, luego se anuncia su muerte oficialmente y se le mete en un ataúd, sin embargo el gran Hitler se despierta y muere asfixiado en su caja. En este atentado hay varias similitudes con lo ocurrido en el régimen soviético, pues Hitler, al igual que Lenin, padece de esclerosis múltiple y se encuentra en un estado de demencia que aprovecha, en el caso de Vladimir Ilich, Stalin y, en el caso de Hitler, este usurpador Köpfler. De acuerdo a las ideas de Basil, un triunfo del régimen fascista habría terminado padeciendo los males del régimen totalitario soviético. Una cosa que se manifiesta en la búsqueda de Ulla por parte del protagonista Albin Totila Höllriegl es que ella representa, más que a la mujer del nuevo Führer, un ideal de lo germánico. Ulla es la representación de la fortaleza, el carácter y la belleza de la raza aria que le producen un deseo incontenible a Höllriegl. Quiere encontrarla de nuevo en el sepelio del gran líder, está dispuesto a soportar por ella, lo insufrible. Se obsesiona con el concepto de erotismo que ella representa.

  
El partido piensa por ti. Es una frase que se repite sin cesar. La gente controlada por el hermano mayor se ve indefensa cuando empiezan los franco tiradores a matar a la gente. Los rebeldes y el servicio secreto nipón que tramó su revolución previendo que estaba el final muy cerca y que el impostor Köpfler o podría tomar las riendas del poder. Hay una imagen aterradora en la que unos hombres acribillan y queman a una mujer y su hijo, el pequeño está o parece degollado. En su imaginación Höllriegl mata a todos los hombres que se entregan a la orgía sangrienta. Luego rescata a Ulla que ha sido violada y su hijo Manfred moribundo. Ante la gran fortaleza de los Heyke, en donde se llevaba a cabo la rebelión, había vehículos ruedas arriba. Erda la jefa del ejército juvenil para combatir rebeliones brillaba por su ausencia. Ulla se encuentra mejor, recupera el conocimiento. Höllriegl trata de localizar el bunker. No le quedaban muchas balas en su arma y unos hombres los persiguen para matarlos. La lujuria lo engaña, desea a Ulla, piensa en poseerla y al sentir su cuerpo magullado le despierta el deseo que él ha tratado de contener con todas sus fuerzas. Ulla solo repite las palabras: Negro Yugurta. Era sobre un pasaje de la historia romana.
En la última parte se describe un paisaje desolador en el que Hölriegl abusa tres veces de Ulla, alojados en un convento de reproducción de la raza aria. Claustro en el que se apareaba a las jóvenes con sementales y de esa forma se mantenía controlada la calidad de la raza.
La revisión burocrática tiene esa característica absurda de los regímenes que controlan al individuo con interrogatorios que llegan al hastío, pero que al obtener un documento oficial parece que ni siquiera son necesarios para la vida habitual. Tener los documentos en regla es ser feliz y el no tenerlos representa la amenaza de parar en un campo de concentración.
La novela termina con una especie de salvación para los personajes que viven en un mundo desolado, lleno de incertidumbre en el que no se sabe dónde está el usurpador, el nuevo Führer. El presentimiento de que los japoneses han tomado el poder del mundo gracias a sus bombas atómicas y de hidrógeno deja a los personajes atónitos. Al final Höllriegl se transforma en Yugurta y Ulla en Sigga, son dos seres que van en busca de un lugar libre de radiación, alejado de los japoneses. El único territorio que queda es la lejana Alaska allí están destinados a perecer mientras la gran construcción del Reich se desmorona sin la presencia del Führer y Kopfler.
La historia está contada de forma lineal. Empieza con la misión de Albin Totila Hölri, quien busca radiaciones humanas terrestres. Descubre que hay indicios de que Hitler haya muerto y empieza  la búsqueda de la verdad. Höllriegl está obsesionado por las mujeres, las cuales representan algún aspecto del régimen germano. Ingrid es la mujer habitual con quien el personaje se relaciona de vez en cuando, sería la típica representante del género femenino en la historia. Luego está, Ulla que es una mujer de más de cuarenta años, pero representa a la Alemania madura, realizada, bien casada y con hijos. Su aspecto es excitante y provocador, no hay hombre que se le pueda resistir porque es la patria triunfante. Viene luego, Anselma la cuñada de Ulla que sería la representante del estrato más alto de la sociedad. Una mujer guapa, pero que carece de los encantos que tiene la diosa de ámbar. Aparecen otras mujeres que serían parte de la sociedad común: una chica activista del partido, una anciana y una mujer madura entrada en carnes que solo logra despertar un poco de tentación. 
A lo largo de la historia se habla del atentado con las bombas atómicas. Los nipones se han rebelado contra sus aliados, conspiran contra Adolfo Hitler y logran liberar a las masas oprimidas. En un ambiente gris desde cualquier enfoque, hay una fuerte crítica a los regímenes totalitarios que tienen la desgracia de fracasar. La novela podría ser mucho más interesante si el autor hubiera desarrollado más escenas de los nazis y los nipones. La impresión que nos deja a los lectores es que si hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial los alemanes, su poder no se habría conservado y, tarde o temprano, habrían perdido el control del mundo.


sábado, 22 de junio de 2019

Análisis de cuentos. Vitaliano Brancati "El viejo con botas"

Vitalino Brancati nos ofrece un interesante cuento en el que refleja su humor negro al crear a un personaje semejante a los que inventaron los escritores rusos Gogol y Dostoievski. Aldo Piscitello es un hombre sin sangre en las venas que se somete a todas las exigencias morales a las que está sujeto. En su casa es silencioso por las mañanas, respeta el sueño de los demás, en su trabajo es disciplinado y constante, en su arreglo es meticuloso y su único defecto es el de bostezar, pero no lo hace de forma intencionada. El personaje se verá envuelto en una serie de cambios que van del año 36 al 39, en la primera parte y hasta el 44, en la segunda. Tiene una estructura lineal y abarca unos ocho o nueve años. El narrador es un testigo que nos cuenta la historia según la recuerda y nos narra con ironía. Las descripciones son acertadas y contrastan en imagen y significado. En algunas partes nos recuerda un poco el estilo de Dostoievski con un personaje insignificante con ciertas cualidades que se ve oprimido por la opinión de los demás. Es un cuento que por su contenido debió de servir como protesta al régimen establecido en Italia por los nazis.

El viejo con botas, empieza con la escena de los funcionarios del ayuntamiento y sus esposas limpiando las oficinas. De inmediato cobran protagonismo los legajos y hay un recurso bastante ingenioso con el que el autor nos entrega una imagen muy bella materializando al polvo como una bestia holgazana que se resiste a salir de las oficinas:

"el polvo se asoma a las ventanas y balcones, como una bestia remolona de mirada tierna que no quiere salir del oscuro establo donde le gusta haraganear".

Con ingenio nos entrega un anzuelo que mordemos y nos dejamos arrastrar por la historia en busca de más carnada. La encontramos pronto con imágenes semejantes a las que nos ofrecía Nikolai Gogol en cualquiera de sus cuentos. En este caso se trata de las columnas de legajos y una habitación que se confunde con el baño y en la que habita el protagonista.

"En 1930, estos legajos eran tan numerosos y compactos, que decidieron apilarlos en los ángulos de los cuartos, hasta el techo, como gruesas columnas destinadas a reforzar el edificio. En el cuarto que se halla al fondo del corredor, el más oscuro y que muchos confunden con el excusado, las matrículas, minutarios, repertorios y talonarios no sólo cubrían las paredes, sino formaban una especie de tapias divisorias..."

Aparece entonces un funcionario del tipo clásico ruso de los funcionarios ridículos Malenki chelovek, en Gogol Akaki Akakievich en el cuento del Capote, lo presenta Brancati casi de la misma forma:

"un hombre de media edad, flaco y encorvado como suelen serlo las personas altas, pero éste era más bien de baja estatura, un poco más bajo de la estatura normal. Chaparro, pero no mucho, uno de esos hombrecitos de los cuales nadie se asombra de que sean padres de muchachos altos y fornidos. Era el empleado Aldo Piscitello, el primero que entraba al Municipio todas las mañanas..."

La descripción de la vestimenta también recuerda a Nikolai Gogol:

"Siempre se presentaba en el Municipio vistiendo un saco negro, pantalón listado, cuello duro y sombrero de fieltro con el moño remendado, sea cual fuere la estación..."

Hasta este momento ya tenemos una escena y su ambientación, percibimos la época de los años treinta en Italia y comenzamos a comprender la ironía con la que el autor nos contará la historia de este desgraciado hombre viejo. Para culminar con la descripción, Brancati nos muestra sus cualidades que son diferenciarse de los demás en lo habitual y tener un defecto que lo caracterice y ridiculice. Esta cualidad negativa son los bostezos involuntarios.

"...este hombre probo y poco ruidoso tenía un defecto radicalmente contrario a su naturaleza: padecía de un persistente bostezar nervioso, el cual se manifestaba, naturalmente, en las ocasiones menos oportunas. Al rumor de su bostezo, entre gañido y llanto de neonato, los ordenanzas se despertaban, refunfuñando: “¡Pero qué feo hace, malhaya con él!”...

Por si fuera poco el defecto físico, Vitaliano lo coloca en una situación ridícula, pues con cincuenta años  y muchos de servicio en el ayuntamiento,  Aldo Piscitello, no es de planta y corre el riesgo de perder su empleo. De esa forma se crea el gran conflicto que nos llevará a vivir con él algunos problemas. Lo llama el presidente municipal para pedirle que ingrese al partido fascista. Aldo argumenta que no le interesa la política y que es apolítico, sin embargo la orden es que se dé de alta y que se convenza de que el fascismo es una gran ideología. Aparece después su mujer Rosita argumentando, en una conversación en el lecho matrimonial, que todos lo han hecho y que el mismo Papa ha dicho que Mussolini es un hombre digno de admiración. Como lectores presentimos que el pobre Aldo Piscitello se verá rechazado por su falta de entusiasmo a la ideología germana.¿ Hasta donde llegará y qué consecuencias tendrá esa actitud? Nos lo va dando Viataliano a gotas, a pesar de presentarnos ya a un Aldo afiliado al partido, con su escudo del partido y la descripción de su conducta como miembro activo. Dócil y obediente, Aldo es un miembro ideal que sigue al pie de la letra las consignas de su organización, pero en una reunión del partido un orador se ve incomodado por su presencia. Con un pequeño diálogo Vitaliano nos prepara para una tragedia en la que el personaje, a pesar de ser un miembro disciplinado inspira desconfianza.

"—¡Camarada, usted, allá abajo...! Piscitello se levantaba con la más dulce y respetuosa sonrisa jamás vista: —¿Yo? —¡Sí, usted...! El jefe del sector lo miraba de arriba a abajo, perplejo; sentía que algo no marchaba bien en aquel hombre, que en él había algo discordante, pero como no sabía exactamente qué era lo que le molestaba, se daba por satisfecho exclamando: —¡Pero qué diablos..!"

Se le asigna un espía para que lo vigile, pero por su conducta intachable es imposible adjudicarle algún pecado. Luego, viene algunos pasajes en los que Aldo sigue siendo un activista ideal, pero un día le hablan del exterminio de los judíos y esta información lo afecta de sobremanera. Somos testigos de un conflicto interno del personaje que empieza con el rechazo a su escudo.

"Al volver a su casa, y en vista de que ninguno de lo suyos había llegado todavía, se arrancó del saco el distintivo, escupió sobre éste dos o tres veces, lo lanzó al suelo, para pisotearlo; luego, aplastado como una cucaracha, lo levantó de nuevo y lo tuvo ante sus ojos, pero por muy poco tiempo, porque de inmediato lo arrojó dentro de una bacinica, y lo meó; a continuación, con un palo, lo sacó y lo lavó con agua y jabón, le hizo algunos arreglos, lo mejor que pudo, y volvió a ponérselo en el ojal".

Después de leer lo anterior está clarísimo que algo trágico sucederá pronto porque Aldo está inconforme con la actitud de los dirigentes, de sus colegas y hasta de su familia. Ofende primero a su mujer e hija, luego sufre una transformación. Pasa de ser un hombre tranquilo, dócil y respetuoso a un rebelde que teniendo agua en las venas, de pronto siente que le hierve la sangre.
Bracanti nos va mostrando el mundo interior del insignificante hombre, su sentimiento de odio hacia todo lo que representa el poder y bienestar de la sociedad. Escupe carteles, desprecia a los dirigentes del partido y les dirige pensamientos agudos que hieren como puñales. Pasan los años 36 y 37 la presencia de los fascistas cada vez es más fuerte. Cambian las costumbres, se deja de oír música clásica, los jóvenes se saludan con la mano estirada. Hay muchas cosas que no le gustan a Aldo. No sabe cómo explicarlo y se agudiza su defecto de bostezar sin causa alguna. Después aparece el narrador comentando que no sabe qué sucedió los siguientes años y nos muestra a Piscitello en el año 39. Llega el momento en que se manifiesta el rechazo de los italianos a su líder en la plaza central, aparece de nuevo un Aldo, pero desaparece muy pronto y el narrador nos cuenta los problemas que ocasionan los alemanes con su presencia en Italia. Aldo crítica a los invasores con la siguiente frase que por fin nos muestra la pena que siente el personaje por el genocidio:

“¡Malditos! ¡Por culpa de ustedes estamos en guerra!”, refunfuñó un día Aldo Piscitello. “¡Pero no les va a durar mucho el gusto!” Sí, cómo no... ¿Pero de veras creen ustedes que nos van a mandar a todos, ustedes, hijos de criados, que ni siquiera saben cerrar una puerta con garbo, anticristos masacradores de los polacos y de esos pobres judíos, que sí son trabajadores honestos?..."

No hay una descripción muy depurada de la guerra mundial y lo único que sabemos es que Piscitello se revela constantemente contra el régimen, pero al terminar la guerra lo toman como un chivo expiatorio al que despiden finalmente, después de sus cuarenta años de servicio.