Un sentimental puede ser una perfecta
bestia en sus ratos libres. Una persona sensible no será nunca cruel.
Vladimir Nabokov.
Vladimir Nabokov
Lecciones de literatura
rusa
Este escritor que no
necesita presentación. Hablaba en tres idiomas con soltura. Fue escritor,
crítico y profesor. En su libro “Lecciones de literatura rusa” comienza
aclarando las condiciones que dieron origen a los grandes escritores rusos del
siglo XIX que conocemos casi todos. Menciona la importancia de los buenos
lectores, que buscan la calidad de la obra. Más que identificarse con un
personaje, el buen lector busca, piensa e imagina. Va más allá de la historia.
Nabokov habla de la importancia de los escritores que buscan una literatura
personal, no limitada por la crítica ni las opiniones o gustos de los lectores
inmaduros. Dejó varias obras fantásticas y muy polémicas como “Lolita” que se
llevó a la pantalla en dos ocasiones y fue calificada por ilusos o incultos
como un ejemplo de perversión. La frase que está más abajo, sobre la actitud de
un ser “afectivo”, podría ser una disculpa o explicación para aquellos que
piensan que esa obra maestra es sólo depravación sexual. En realidad, Nabokov
tardó mucho en decidirse a publicar su libro porque sabía cuál sería la
reacción de los lectores. Siendo crítico literario, el mismo, lograba prever las
opiniones sobre su libro de la gente con poco sentido común y mala formación
lectora. Nabokov toca un tema muy delicado en ese trabajo, pero construye su
obra con un lenguaje capaz de obnubilarnos por su aliteración, la buena
elección de las palabras y el increíble ritmo con que lleva la historia. Es
como leer un texto que nos hipnotiza y seguimos frase por frase sin reparar en
el contenido y unas páginas después descubrimos que nos hemos alejado de la
historia por el arrullo poético con el que el autor nos engatusa.
Que no se busque nada del
alma rusa en los libros de Tolstoi o Dostoievski—dice avisándonos para que reparemos
nuestra atención en otros aspectos—, la misión como buen lector es ver la obra
en su totalidad. Es como mirar un monumento terminado en el que cada detalle es
parte de él. No hay nada que sobre ni falte. Hay que tener en cuenta que esas
obras son producto de decisiones personales del autor, que no fueron dictadas
por una crítica con reconocimiento público, ni un estado totalitario, ni un
grupo disidente, anarquista o de cualquier otro tipo. Cada parte es un ladrillo
elaborado con el material adecuado para soportar el peso que tendrá el
monolito. Se llame Ana Karenina o Crimen y castigo, la construcción de la
historia es lo que ha querido el autor y el buen lector deberá interpretarla
para descubrir el mensaje oculto, incluso, los mensajes que no sabía el mismo
autor que estaba transmitiendo. Quien puede leer a Chejov, Dostoievski, Tolstoi
y Turgueniev, es capaz de entender también a Dante, Víctor Hugo, Cervantes o
Shakespeare porque es un lector inquieto, curioso y perspicaz. Ese tipo de
lector no se mete a los libros con una actitud infantil y no termina un cuento
diciendo: “Me gustaría saber más” porque entiende que eso es su trabajo. Una obra terminada es una catapulta que nos
dispara a la interpretación. Nos abre un camino de razonamientos y propuestas
para que nosotros sigamos adelante.
Sobre Gógol y sus almas
muertas, Nabokov
No hay comentarios:
Publicar un comentario