Consejos para la escritura

miércoles, 30 de abril de 2025

El entomólogo Vladimir Navokov


Un sentimental puede ser una perfecta bestia en sus ratos libres. Una persona sensible no será nunca cruel.
Vladimir Nabokov.


Vladimir Nabokov

Lecciones de literatura rusa

Este escritor que no necesita presentación. Hablaba en tres idiomas con soltura. Fue escritor, crítico y profesor. En su libro “Lecciones de literatura rusa” comienza aclarando las condiciones que dieron origen a los grandes escritores rusos del siglo XIX que conocemos casi todos. Menciona la importancia de los buenos lectores, que buscan la calidad de la obra. Más que identificarse con un personaje, el buen lector busca, piensa e imagina. Va más allá de la historia. Nabokov habla de la importancia de los escritores que buscan una literatura personal, no limitada por la crítica ni las opiniones o gustos de los lectores inmaduros. Dejó varias obras fantásticas y muy polémicas como “Lolita” que se llevó a la pantalla en dos ocasiones y fue calificada por ilusos o incultos como un ejemplo de perversión. La frase que está más abajo, sobre la actitud de un ser “afectivo”, podría ser una disculpa o explicación para aquellos que piensan que esa obra maestra es sólo depravación sexual. En realidad, Nabokov tardó mucho en decidirse a publicar su libro porque sabía cuál sería la reacción de los lectores. Siendo crítico literario, el mismo, lograba prever las opiniones sobre su libro de la gente con poco sentido común y mala formación lectora. Nabokov toca un tema muy delicado en ese trabajo, pero construye su obra con un lenguaje capaz de obnubilarnos por su aliteración, la buena elección de las palabras y el increíble ritmo con que lleva la historia. Es como leer un texto que nos hipnotiza y seguimos frase por frase sin reparar en el contenido y unas páginas después descubrimos que nos hemos alejado de la historia por el arrullo poético con el que el autor nos engatusa.

Que no se busque nada del alma rusa en los libros de Tolstoi o Dostoievski—dice avisándonos para que reparemos nuestra atención en otros aspectos—, la misión como buen lector es ver la obra en su totalidad. Es como mirar un monumento terminado en el que cada detalle es parte de él. No hay nada que sobre ni falte. Hay que tener en cuenta que esas obras son producto de decisiones personales del autor, que no fueron dictadas por una crítica con reconocimiento público, ni un estado totalitario, ni un grupo disidente, anarquista o de cualquier otro tipo. Cada parte es un ladrillo elaborado con el material adecuado para soportar el peso que tendrá el monolito. Se llame Ana Karenina o Crimen y castigo, la construcción de la historia es lo que ha querido el autor y el buen lector deberá interpretarla para descubrir el mensaje oculto, incluso, los mensajes que no sabía el mismo autor que estaba transmitiendo. Quien puede leer a Chejov, Dostoievski, Tolstoi y Turgueniev, es capaz de entender también a Dante, Víctor Hugo, Cervantes o Shakespeare porque es un lector inquieto, curioso y perspicaz. Ese tipo de lector no se mete a los libros con una actitud infantil y no termina un cuento diciendo: “Me gustaría saber más” porque entiende que eso es su trabajo.  Una obra terminada es una catapulta que nos dispara a la interpretación. Nos abre un camino de razonamientos y propuestas para que nosotros sigamos adelante.

Sobre Gógol y sus almas muertas, Nabokov

No hay comentarios:

Publicar un comentario