miércoles, 17 de enero de 2018

Platonov y la incertidumbre


Una de las peores cosas que le pueden suceder a un hombre es la de ver destruidas sus expectativas. En el caso de Andréi Platonov se podría decir que se vio motivado por su sentido práctico a colaborar con la construcción del socialismo. Como electrotécnico aplicó sus conocimientos para abastecer de electricidad y agua a pequeñas poblaciones en donde fue asignado para controlar la urbanización. Había participado en el ejército rojo y había soñado con la construcción de un nuevo sistema político y social en el que los campesinos y gente, que siempre había sido oprimida por los terratenientes, se emancipaba y cogía con sus propias manos el rumbo de su destino. Por desgracia, en su trabajo cotidiano en aras de una sociedad superior y justa vio un cambio ideológico impactante en el que los individuos tuvieron que cambiar su fe cristiana por la materialista dialéctica. 


Se empleó con toda su energía y capacidad, plantó los cimientos en Varonezh y Tambov de la nueva era soviética y ocupó el puesto de funcionario en Varonesh y Moscú, recibió la orden del trabajo otorgada por la Unión Soviética en 1920 y 1922. Conjuntó su pesado trabajo con la literatura. El destino lo puso en una encrucijada y se vio frente a la elección compleja de emancipar su espíritu artístico o someterse a las condiciones de los órganos del poder. No pudo negar su esencia filantrópica, su amor por el arte y a la literatura fueron más fuertes que el exilio de su hijo y el contagio de tuberculosis. Sacrificó todo lo que tenía. En un sistema encabezado por caudillos celosos del culto a su personalidad y el buen curso de su liderazgo, Platonov, deja a su espíritu artístico decir la verdad de una forma rudimentaria nunca vista antes. La belleza de la forma, las metáforas y el simbolismo acompañan sus palabras irónicas resplandecientes de hermosura. Eso provoca un choque con los representantes del gobierno soviético y la admiración de escritores como Brodsky o Hemingway entre otros.


Platonov se sobrepuso al exilio de su hijo, Shólojov intercedió para su liberación, pero el crío volvió muy enfermo y falleció pronto. Aun así, Andréi sigue el rumbo que le marcan las circunstancias. Es bedel en La Unión de escritores, donde los miembros del sistema publican para ensalzar los beneficios del socialismo ocultando los defectos del sistema, mientras el maestro del existencialismo, del ingenio y de la espiritualidad sirve el té, reparte los folletos propagandísticos y  hace de portero rogándole al gran Caudillo que lo reconozca como escritor, pero sus ideas lo condenan, lo sumen en un agujero resbaloso en el que la sombra apaga su luz exterior convirtiéndolo en uno de sus personajes. No pudo llegar a la era del cambio y las reformas de Nikita Jhruschov, pues murió en 1951, dos años antes que Stalin. Tal vez si la tuberculosis importada de Siberia no hubiera sido la causa de su muerte, habría podido relucir un poco en el momento de la confesión y los arrepentimientos.


 Su obra llegó al público sólo en la era de la Perestroika, 33 años más tarde, quizá esa cifra estaba marcada en su vida convirtiéndolo en un mensajero tardío de gran capacidad deductiva y entereza para el sufrimiento y el sacrificio. Hasta la fecha oímos hablar de los grandes escritores soviéticos que de alguna manera sobrevivieron en la era de la transición.  El único que se quedó en el camino fue Mayakovski por haberse suicidado joven, pero Ajmatova, Gumiliov, Yerenburg, Gorki y muchos más sobrevivieron para dar constancia de que Andréi Platonov debió ser reconocido como uno de los más grandes escritores del siglo XX. 


Sus anti-utopías o distopías, que fueron para el sistema soviético como piedras en el zapato, no se publicaron hasta el año 1987. Platonov fue un gran entusiasta de la colectivización forzada porque creía en el progreso y el desarrollo, presenció la tragedia humana de principios del siglo XX. Primero su lucha en el ejército rojo, luego su trabajo como ingeniero electrotécnico, después como corresponsal en la Segunda Guerra Mundial y, a pesar de sus grandes esfuerzos y aportaciones, nunca fue reconocido. Se encontró toda su vida preguntándose por la contraposición entre la vida cotidiana de los campesinos y provincianos con los planes semestrales impuestos por el Partido. La tragedia espiritual y social de aquellos que cambiaron su fe religiosa por la construcción de una nueva sociedad, la cual no les proporcionaba los recursos necesarios para alcanzar el objetivo deseado, es el tema de sus libros. Se estrelló contra un muro que no pudo derribar.


Chevengur es un libro conmovedor. Las personas que están acostumbradas a disfrutar la lectura saboreando con los oídos y la imaginación, cegando el razonamiento por el encanto y dulzura poética del autor, pueden encontrar en este libro lo que desean, sin embargo, sería necesario negarse a pensar, a descubrir el mensaje de esas hermosas frases. Platonov es irónico en extremo, pero su sofisticada técnica hace que el ritmo arrullador de la lectura borre las cosas horribles que está narrando. El lector tiene la sensación de estar leyendo una prosa poética digna de Dante. Nos deja imágenes muy logradas, personajes tan fantásticos como los de Gógol o Márquez, pero el simbolismo y las metáforas a las que nos va acostumbrando el autor nos sirven de pala para entrar en ese agujero escabroso, gris y húmedo al que debemos sumergirnos. El contenido es horrible, pero la forma brilla como un diamante y esa luz reflejada en las aristas nos deslumbra con personajes que expresan de forma celestial verdades crudas y conmovedoras. Ayudado con el recurso de los sueños ayuda a sus héroes a bajar por la espiral del infierno dantiana en la que los caballos son escritores y el mismo dios se comunica de forma resignada con los seres que habitan ese lugar tan extraño como el título del libro. 

miércoles, 10 de enero de 2018

En busca del alma


Leer las obras de Dostoievski es como entrar a un quirófano en el que se disecciona el alma. En un ambiente de pobreza los personajes de este autor van mostrando su parte más humana, pero al mismo tiempo la más demoniaca y salvaje. La causa de esta contradicción, por lo regular, es la sociedad capitalista de la Rusia del siglo XIX que dejó personajes como Svidrigáilov (de Crimen y castigo) quien no pudo soportar el peso de su conciencia al vivir engañando a los demás y terminó suicidándose al frustrarse su intento de beneficiar a las personas a quienes había afectado. En ese ovillo enredado de pasiones, hay un espacio lleno de voces que expresan las ideas de los personajes creando una sinfonía poco común. Los personajes más característicos como Rodión Romanovich Raskolnikov que representa al hombre sensato en una sociedad caducada (Rodina Romanovij raskalolas o la patria de los Romanovij se quebró) o Aliesha Karamazov sufren su batalla dentro de ese ritmo psicológico, social y religioso que marcan los conceptos y opiniones de los demás participantes y su conciencia.


Los personajes principales que viven una contradicción espiritual dentro de sí mismos no son capaces de reconciliar las demandas del sentido común, su mundo interior y la realidad. Los sueños de justicia y bondad que tienen se estrellan con una cruda y severa realidad injusta. El escritor crea personajes con ilusiones, nobles e idealistas que deben arrastrarse por el fango del desprecio que experimentan los demás hacia ellos. La causa son sus valores morales que no encajan con las contradicciones de ser un individuo con alto sentido de la moral y vivir bajo las costumbres de los ricos y corruptos. Poniéndose como víctimas de la humanidad se enfrentan desarmados a los soberbios, injustos y crueles burgueses que no saben del sufrimiento de los hombres del subsuelo. La escoria es por lo regular el grillete de los pobres, pero están puros por dentro y se ven obligados a seguir las normas mostrando actitudes ridículas como la madre de Sonia (en Crimen y Castigo) que enloquecida se ve bailando en la calle con sus hijos, vestida con harapos canta con ellos en una plaza y los comentarios que hace contrastan de una forma tan cruel que el lector llega a las lágrimas viéndola morir de tuberculosis y dándole instrucciones a sus vástagos para que se conduzcan a la altura, como personas de la sociedad burguesa. El caso de Mermeladov (padre de Sonia) es cruel hasta lo imposible. Un hombre que ha luchado contra todas las adversidades, pero que al ser vencido cae en el vicio del alcohol y muere arrollado por un carro. En su lecho de muerte ve a su hija y su arrepentimiento es su tortura más violenta. No puede hacer nada por ella y reconoce que la ha orillado a prostituirse, que le ha robado el dinero para satisfacer su vicio y se arrepiente implorándole que vele por su madre y hermanos.


Encerrados en un laberinto donde no pueden provocar un cambio, los personajes se resignan a su lucha criticando la actitud de los terratenientes, funcionarios y personas bien acomodadas. Se desorientan en el infierno de la lucha entre los sentimientos nobles y crueles y terminan pagando sus acciones con el castigo, el dolor o la indiferencia de los otros. La gran obra de Fiodor Dostoievski comienza con “Las memorias del subsuelo” en la que se conserva un poco de la influencia de Nikolái Gógol, pero ya están los elementos que lo llevarán a deshebrar el alma humana a través del análisis del individuo en la sociedad.


Observa y describe la conducta de las personas que ocupan puestos bajos en el aparato burocrático ruso, esa tradición del pequeño hombre o маленький человек que el gran autor de “Almas muertas” muestra con ironía, en Dostoievski sirve para ir analizando las circunstancias y causas que rodean a las personas de bajos recursos. Por dicha razón, emerge el concepto de la locura ya expuesto en “Diario de un loco” que le ayudará a Dostoievski a encaminarse hacia los problemas del espíritu en una sociedad que le pertenece a los aristócratas y hombres ricos que humillan a los pobres.
Hay una coincidencia entre los personajes de “Noches blancas”, que fue escrita un poco después de las “Memorias del subsuelo” en la que se nota la preocupación del autor por la conducta de los hombres pobres con un alto nivel cultural e intelectual y los burgueses intrigantes y corruptos de aquella época. Los personajes de Fiodor se encuentran atrapados entre un ser con espíritu justo y una persona marginada por su pobreza, no disponen de unos rublos para relacionarse con sus amistades ni ayudar a los demás, ni siquiera para supervivir y cuando lo poseen lo desprecian, lo regalan o lo tiran como si fuera algo sucio e inusual.


Por dinero, la gente está dispuesta a rebajar su condición humana y, como les sucede a los personajes dostoyevskianos, rebajan su condición espiritual para poder integrarse a un grupo social al que no pertenecen. Eso ocasiona una gran contradicción interior puesto que se humillan para relacionarse con seres a los que odian, desprecian y critican por su falta de ética y moral. El fantástico escritor nos permite verlo siempre desde una perspectiva individual de cada uno de los héroes y, a pesar de que nos describe con acierto los sitios en donde cohabitan los personajes, nos queda mucho más presente la forma de pensar y sufrir de todos ellos. En las obras mencionadas aparecen personajes que luchan contra su condición social y humana, pues reconocen que tienen el derecho a enamorarse, aunque no lo hayan hecho antes, como el héroe de Noches blancas o a vengarse de todos como lo hace el funcionario marginado de “Memorias del subsuelo” que sólo piensa en matar su propia condición afectando a los demás y se siente después hostigado por su propia conciencia. En ese complicado mundo nos muestra la desesperanza, la ironía de ser el ente más desarrollado de la Tierra y vivir como animales. En obras posteriores comienzan a surgir personajes más espirituales que tratan de salvar el alma con su conducta, con sus principios y fe. El más destacado es el Príncipe Myshkin que por su conducta es catalogado como idiota, pero en realidad su juicio y sentimientos nobles incomodan a la gente por ser muy parecidos a los de Cristo. Otro gran representante es Aliosha Karamazov (inspirado en Vladimir Soloviov quien también influiría con sus ideas en la obra de Tolstoi) trata de definir lo que es el bien y cómo se debe luchar contra el mal en el fragmento del Gran inquisidor. Dostoievski fue recordado dos años consecutivos en el aniversario de su muerte en los discursos que Soloviov dio en su honor.   


viernes, 5 de enero de 2018

Толстой y la embriaguez del poder.


Me llevé una gran sorpresa cuando descubrí algunos aspectos filosóficos en la obra de Lev Tolstoi. Hasta ese momento había visto a ese gran escritor ruso como a un autor de largas frases y, obras monumentales como La guerra y la paz y Ana Karénina. Había leído hacía poco tiempo la Resurrección y me había parecido una novela, en cierta medida adaptada al sistema soviético, sin embargo, por haber sido escrita unos cinco años antes de 1900, no podía contener nada de la ideología bolchevique ni mucho menos. Más bien, la obra contiene un suceso casi autobiográfico del autor y refleja muchas de las ideas sobre su posición con respecto al cristianismo, la iglesia y el estado. La obra es una crítica severa del sistema legislativo de fines del siglo XIX y muestra la calidad espiritual de Lev Tolstoi. Por desgracia, no lo supe ni lo logré descubrir durante la lectura de la novela, fue más tarde, cuando un amigo mío, a través del Facebook, me comentó que había una obra con el título “El reino de Dios está en vosotros” y otra “El evangelio abreviado”, me recomendó que leyera el segundo libro y pasara, luego, al otro. Conseguí el escrito y me maravilló.


Me enteré de que Tolstoi había sido excluido de la iglesia ortodoxa, lo habían excomulgado igual que a Nikos Kazantzakis, pero no por una novela como “La última tentación de Cristo” del famoso historiador y diplomático griego, sino porque fue más lejos todavía criticando a la iglesia ortodoxa rusa. Siempre me han interesado los temas bíblicos y he leído “Caín” y “El evangelio según Jesucristo” de José Saramago, “Job” de Joseph Ruth y creí que en el autor ruso encontraría una interesante novela de ese tipo. No fue así. Lo que encontré fue un verdadero ensayo sobre la filosofía que nos quiso enseñar Jesucristo. Tolstoi comenta muchas cosas elementales de la enseñanza de Cristo. No toca los mitos ni milagros que se incluyen en el nuevo testamento, por eso su breve evangelio trata sobre los aspectos ideológicos del Mesías. La idea más importante que sirve de pilar para su análisis es La no violencia que por cierto conoció y utilizó Gandhi, quien mantuvo correspondencia con el famoso ruso. Otra idea interesante es la que propone de concebir a Dios como un algo superior creador del hombre o un principio infinito. Por lo que el espíritu es una parte del hombre y el cuerpo o la carne es la otra. De tal modo que ese espíritu lo llevamos dentro y debemos conservarlo. Afirma que gracias a ese don que nos dio el señor podemos identificar la verdad de las cosas y juzgar lo que no está bien.


El cuerpo está atado a la tierra y por sus necesidades genera dependencia y sentimientos como la avaricia, el engaño, la venganza, la depravación y la crueldad; sin embargo, el espíritu nos ayuda a experimentar cosas menos instintivas como la comprensión, el cariño, la tolerancia y el amor. Si nos dedicáramos a hacer el bien—dice Tolstoi—, evitaríamos las guerras, la explotación y el engaño de los representantes de la iglesia que nos hacen pensar que sólo ellos pueden perdonar los pecados en nombre de dios.

El principio de la vida es sagrado y por eso debemos conservarlo y cuidarlo. Nadie tiene derecho a privar de esa cualidad a la gente. Por otro lado, hace hincapié en que la sociedad también tiene etapas de desarrollo, las cuales serían hasta este momento: la animal, la social, la espiritual y, quizás ahora, en nuestro siglo, la del conocimiento, de la comunicación o tecnológica. Hay muchas cosas de nuestra vida que hacemos en beneficio de nuestra familia, la nación y el estado, pero Cristo quiso enseñarnos que debemos ir mas allá, debemos desarrollar el espíritu para que colaboremos en aras no solo de nuestra familia o la nación, sino de la humanidad. Conforme Lev Tolstoi va planteando sus ideas, se ve muy claro que hay cosas que han caducado y que no se pueden seguir manteniendo en la sociedad porque tenemos la capacidad de superarlo. Eso va sonando poco a poco como una utopía en la que el hombre no necesita el ejército para guardar el orden, no necesita a los funcionarios para establecer las normas de la vida, no necesita pagar impuestos que se desvían para el fomento de la guerra o la represión.


Escribe sobre el término “La embriaguez del poder” que no es más que la ilusión en la que hemos caído a lo largo de la historia por no querer aplicar la filosofía de Jesús. Dice que si un hombre roba una tienda, hay que apresar al ladrón y castigarlo porque viola la ley, pero si unos estafadores comen y gastan mucho dinero en un restaurante y el hombre pobre los ve y siente hambre al grado de que se ve obligado a robar, nadie le dice nada a los primeros porque ellos siguen las normas que han establecido y el policía a recibido de ellos la orden de arrestar a quien robe, pero si le dijéramos al gendarme que los hombres del restaurante reciben sobornos, engañan a la población vendiéndole productos a un precio más alto del que se debería pagar por él y que explotan a la gente para su propio bien; entonces el guardián del orden se cuestionaría y cambiaría su decisión. Sin embargo, hay reglas que se han establecido y ya no nos cuestionamos su vigencia. Este es sólo uno de los aspectos que trata en sus dos obras Tolstoi, pero el lector al analizar sus palabras queda convencido, al menos yo lo he experimentado así, de que, si las personas nos preocupáramos por hacer el bien y rechazar el mal haciendo cosas buenas, al final cambiaríamos la sociedad y a la misma humanidad. Las personas necesitan pocas cosas para vivir realmente, pero la sociedad nos exige embriagarnos con la ilusión del poder. Debemos ser más ricos, más guapos, más capaces que los demás; ocupar un lugar privilegiado en la sociedad y despreciar a los pobres que son y serán unos inútiles siempre. Ni siquiera los vemos como humanos, pero si cambiaran las cosas y los hombres tuvieran los mismos derechos sin importar el puesto de trabajo o la posición social. Esos seres se convertirían otra vez en humanos, pero el estado y los gobiernos determinan a donde debe ir la riqueza y ha creado un sistema legislativo, uno ejecutivo y otro judicial para que las cosas sean justas y la justicia se basa en que quien pueda tener riqueza, la tenga y quien no tenga ninguna oportunidad en la vida, se resigne.



 Por último, se puede concluir que mientras el hombre siga engañado, los conflictos bélicos seguirán reportando ganancias a unas naciones y perjuicios a otras. Las personas seguirán viviendo con una conducta instintiva e ilusoria pensando que hacen lo correcto y pasaremos a una nueva etapa social, saltándonos la espiritual y, por consecuencia, dirigiendo y administrando la tecnología, por decir algo, con las mismas reglas del mejor acomodado en el poder. Se supone que los artistas, científicos, ingenieros y personas que contribuyen al desarrollo actual de la ciencia y tecnología no se preocupan por el control del conocimiento, sin embargo, los seres que siguen viviendo bajo las dependencias de la carne, desean acumular cada vez más riqueza y poder a costa de los demás, de los cuales muchos son más inteligentes, pero altruistas. En fin, les recomiendo que lean a Tolstoi y saquen sus propias conclusiones. Tal vez así, cambie algún día el curso absurdo de nuestra sociedad moderna.